La bici reina por un día en Bogotá
Los domingos y festivos, 113 kilómetros de las principales arterias viales de la capital colombiana se cortan al tráfico y se reconvierten en una enorme ciclovía
Bogotá no es una ciudad fácil. Tiene unos ocho millones de habitantes y una extensión de 33 kilómetros de sur a norte y de 16 de este a oeste. La movilidad es uno de sus puntos más críticos. El tráfico intenso con sus grandes trancones, como se conoce a los atascos, es el pan de cada día en una ciudad estresante, algo deshumanizada y donde sus habitantes no tienen el sentido de pertenencia que sí se tiene en otras ciudades colombianas como Medellín o Cali. A Bogotá, unas veces se le ama y otras se le odia.
Pero los domingos y los festivos todo es muy diferente. Bogotá muda de piel y se convierte en una ciudad más amable. La gente sale a la calle, ocupa los parques y monta masivamente en bicicleta para pasear por sus principales arterias viales, cortadas al tráfico y habilitadas para uso exclusivo de peatones y ciclistas. En cada jornada dominical y festiva, la alcaldía pone al servicio de la ciudadanía 113 kilómetros de malla vial para su disfrute. Se conoce como ciclovía y gracias a ella, la capital de Colombia se transforma en el parque lineal más grande del mundo. La bicicleta se hace reina por una día de la megaurbe.
La ciclovía funciona desde las siete de la mañana hasta las dos de la tarde y permite cruzar de punta a punta toda la ciudad pedaleando plácidamente por sus calles y avenidas más amplias e importantes; las calles 26 y 116, las carreras Séptima y Novena y la Avenida Boyacá. Todas ellas conectan 17 de las 20 localidades (distritos) con las que cuenta la capital. Cuesta imaginarlo siquiera, pero resulta edificante ver todas esas vías, que tanto tráfico soportan a diario, repletas de ciclistas.
Cultura y participación ciudadana
Según el Instituto Distrital para la Recreación y Deporte (IDRD), cerca de un millón y medio de personas utilizan la ciclovía todos los domingos. “El objetivo es habilitar un espacio recreo-deportivo para los bogotanos en miras a favorecer el aprovechamiento del tiempo libre y promover el uso de la bicicleta como medio de transporte, además de generar una mayor cultura y participación ciudadana”, explica Orlando Molano, director del IDRD, la entidad que la gestiona. Para este dirigente municipal, la ciclovía ha sido una buena escuela para que los usuarios ganen confianza y pierdan el miedo a ir en bici por la ciudad, lo que se ha visto traducido en un aumento de los desplazamientos diarios por la capital con este medio de transporte.
Para que la ciclovía funcione, el IDRD establece todo un complejo plan logístico, operativo y humano que incluye puntos de atención, un servicio de préstamo gratuito de bicicletas, una escuela para aprender a montar y todas las medidas oportunas para garantizar la seguridad en todo el recorrido. De ello se encargan los llamados guardianes de la ciclovía, jóvenes estudiantes y voluntarios, ubicados en diferentes puntos de la ruta y que aprovechan para concienciar a los usuarios sobre las bondades del uso de la bici y realizar campañas informativas sobre seguridad vial y ciudadanía.
La idea de la ciclovía como actividad recreativa nació hace 40 años pero no empezó a crecer hasta años después. Todo empezó un 15 de diciembre de 1974 cuando unos 5.000 ciudadanos decidieron salir en bicicleta y tomarse las calles del centro de Bogotá. A partir de entonces, la experiencia se fue tecnificando. Las últimas administraciones municipales la fueron estructurando gradualmente hasta llegar a su actual fisonomía y consolidación.
El modelo de la ciclovía ha sido ya adoptado y replicado en otras 50 ciudades colombianas, y también fuera del país, en ciudades como Santiago de Chile, Quito, Cochabamba, Caracas o Ciudad de México, entre otras. El éxito obtenido ha posibilitado que surjan en Bogotá otras iniciativas que tratan de potenciar el uso de la bicicleta durante la semana. Las ciclovías nocturnas, los ciclopaseos que recorren espacios monumentales de la capital y la construcción de cientos de kilómetros de carriles bici permanentes para uso diario han sido algunas de ellas.
En Bogotá hay además una gran afición por la bicicleta y en la mayoría de localidades existen asociaciones de usuarios que como Concienbíciate, la Masa Crítica, Subatealabici u otras muchas pretenden fomentar su uso organizando de forma autogestionada ciclopaseos nocturnos semanales, encuentros mensuales y salidas fuera de la ciudad.
La ciclovía ha conseguido que los usuarios pierdan el miedo a ir en bici por la ciudad, lo que ha aumentado los desplazamientos con este medio de transporte
El joven bogotano Camilo Ernesto Amotegui, usuario habitual de la bicicleta, es uno de los cicloactivistas que asiste a esos encuentros. “Queda mucho por hacer. Necesitamos más ciclorutas y que se mejoren las que están en mal estado. Falta además mucha pedagogía entre conductores y peatones que no respetan al ciclista. Con esos encuentros queremos intervenir la ciudad e incidir en el espacio público encontrándonos con ellos para decirles que aquí estamos, que somos los más débiles de la vía, pero que también somos una comunidad grande”, señala.
Aun con sus deficiencias, la capital colombiana ha hecho un esfuerzo importante en los últimos años para incorporar la bicicleta como medio de transporte habitual. Sus cinco últimos alcaldes, incluido el actual Enrique Peñalosa, se han mostrado siempre favorables a realizar políticas activas en favor de su uso. No toda la infraestructura es de calidad, pero la capital cuenta, según cifras del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) con un total de 467 kilómetros de carriles bici. El Plan de Desarrollo 2016-2020, actualmente en discusión, tiene como meta la construcción de 120 nuevos kilómetros de ciclorutas más, así como el mantenimiento de otros 100. A día de hoy, según datos de la propia alcaldía, unos 500.000 bogotanos utilizan la bicicleta para desplazarse diariamente por la ciudad.
Planeta Futuro / El País forma parte del proyecto de periodismo Habitat III.
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