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Mediadora y política

Catherine Samba-Panza pasó dos años, dos meses y una semana a la cabeza de la transición centroafricana

Ángeles Jurado
Las Palmas de Gran Canaria -
Catherine Samba-Panza, en la sede de Casa África de Las Palmas de Gran Canaria.
Catherine Samba-Panza, en la sede de Casa África de Las Palmas de Gran Canaria.Joan Tusell

Catherine Samba-Panza nació en Chad en los tiempos en que era colonia francesa. Igual que Camerún, el país de su padre, y la República Centroafricana, el suyo y de su madre. Creció en Bangui, la capital centroafricana, bajo la tutela de un tío materno diplomático. Se trasladó a París para estudiar en la universidad y regresó a su país en los años 90 del siglo pasado, con el grupo francés de seguros Allianz y armada con una licenciatura en ciencias de la información y la comunicación y una especialización en derecho y seguros. Rápidamente montó su propia empresa, también en el sector asegurador, y una asociación especializada en combatir la mutilación genital femenina y otras formas de violencia contra las mujeres. Además, ejerció de formadora en derechos humanos en un programa de Amnistía Internacional.

Su carrera política no es tan breve ni inconsistente como quiere hacernos creer, quizás por modestia. Su perfil en Wikipedia explica que, tras el golpe de estado de François Bozizé en 2003, Samba-Panza copresidió el diálogo nacional y se situó a la cabeza de un comité que seguiría y evaluaría las recomendaciones de ese diálogo. Dos elecciones fraudulentas después, siempre con Bozizé a la cabeza del país, llegaría un nuevo golpe de estado, esta vez a manos de la Seleka. El nuevo régimen, en el poder desde principios de 2013, la nombró alcaldesa de Bangui. Llegó a la presidencia apoyada por asociaciones feministas, sin afiliarse a unas siglas y con el apoyo de numerosos diplomáticos extranjeros. Se convirtió así en la segunda jefa de estado de África francófona tras Rose Rogombé, presidenta interina de Gabón durante cuatro meses de 2009. Lo cierto es que la política tampoco es ajena a su familia: su marido, Cyriaque Samba-Panza, fue ministro varias veces con André Kolingba y Bozizé. Kolingba, por cierto, ejerció de rival directo de Catherine en el proceso para hacerse con la jefatura de estado de la transición.

Samba-Panza habló en la capital grancanaria de prioridades claramente definidas, visión y programa a la hora de afrontar el reto de su breve presidencia: celebrar elecciones, apoyar la resiliencia de la población y desarmar a los grupos armados. También de una visita a un campo de desplazados que le marcó, apenas dos semanas después de ser nombrada presidenta de su país, y en la que escuchó a sus compatriotas decir cosas simples pero que aún siguen siendo utópicas para muchos: queremos la paz, queremos volver a casa, queremos vivir como antes.

En su charla durante el encuentro de parlamentarias, la ex mandataria no evitó los pasajes más controvertidos de su corto mandato: las acusaciones de desvío de fondos públicos y de nepotismo, cuando quiso que su hija ejerciera de jefa de su gabinete particular. Tampoco se dio por retirada de la política activa. “Estoy disponible por mi país y por África. Hay muchas formas de servir al país y no sé decir no”, avanzó entre los aplausos del público.

Aunque cumplió su misión de organizar elecciones y traspasar el poder de manera pacífica, la resiliencia de la población y el desarme todavía quedan en la lista de tareas pendientes. “No es porque hemos tenido unas elecciones exitosas que ha llegado la paz”, advirtió. “Todo es frágil y puede alterarse de un día para otro”. Y solicitó el apoyo y seguimiento de instituciones internacionales con las que ella negoció, como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o el Departamento de Estado de Estados Unidos, para que su país no caiga de nuevo en el olvido. Sobre todo, ahora que Sangaris, la operación militar francesa que, en teoría, puso fin a la tercera guerra centroafricana, se retira del país bajo una lluvia de acusaciones de abusos sexuales a menores.

Consciente de la falta de referentes femeninos y del papel secundario que se concede a las mujeres en la Historia, Samba-Panza ya protagoniza su propio documental y está escribiendo su autobiografía. Su intención es que las niñas centroafricanas no puedan olvidar su contribución a la estabilidad y la paz futuras, todavía hoy en construcción, agarradas con pinzas en un contexto explosivo y cambiante. Y recordarnos a todos que República Centroafricana sigue siendo el corazón de África, todavía enfermo y necesitado de atención.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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