Curro y Malú, la herencia del arte en las venas

DESDE que aparecen juntos, resulta evidente que no son un director y una protagonista cualquiera. La complicidad les delata. Se miran, se ríen y hablan con el lenguaje natural de la confianza. Es gracias a esta, aseguran, que el intrusivo proceso de dar forma a un documental sobre la vida de ella ha podido salir adelante. “Jamás habría hecho algo así si no hubiera sido con él”, responde Malú frente a Curro Sánchez, coautor junto a Telmo Iragorri de Ni un paso atrás, un paseo por el –a veces pedregoso– camino recorrido por la cantante en sus 18 años de carrera.

Ella es la hija de Pepe. Él, de su hermano, Paco de Lucía, a quien ya retrató en La búsqueda. Los dos son primos y miembros de una familia “de muchísimo arte” que atesoran como su mayor privilegio. “Es mi sangre”, subraya Malú. “Y no hay cosa de la que me sienta más orgullosa en el mundo”. De esos vínculos nace su confraternidad, que ha permitido abrir una ventana con vistas privilegiadas a la “realidad” de los altibajos en la trayectoria de una artista discreta, casi siempre elusiva de los focos fuera del escenario.

“Mostrar mis momentos más íntimos, los previos o posteriores a un concierto, donde no siempre eres la persona más simpática del planeta…, que te graben eso no es cómodo, y con ellos no tuve ninguna duda”, afirma la cantante. Con un carácter difícil de arredrar, cuenta Sánchez que ella “nunca dijo: ‘Quiero dar una imagen perfecta”. Al contrario, supieron desde el “minuto uno” que, como su relación, esta iba a ser una historia verdadera. “Algo que es un lujazo, porque muestras facetas en las que otros artistas te darían un portazo en la cara”, resume él mirando a su prima con una sonrisa: “Malú, en ese sentido, ha sido generosa”.

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