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Pacifistas, ecologistas, abanderados del reciclaje y amantes de la vida 'slow' (comer despacio, beber despacio…). Así son los 'hipsters', una tribu urbana que, contra lo que pueda imaginarse por la definición, genera odios. El pasado septiembre, unos 200 manifestantes atacaban el establecimiento ‘Cereal Killer Cafe’ en Londres (Inglaterra). ¿La razón? Vender tazones de leche a 3,85 € y boles de cereales a 5,7 € en un barrio donde muchos de sus vecinos a duras penas llegan a fin de mes. Los acusan de formar parte de la gentrificación del este de la ciudad: la llegada de nuevos habitantes con mayor poder adquisitivo que acaban estrangulando al comercio tradicional, encareciendo los alquileres y, como triste broche final, expulsando a sus residentes. Similares movimientos se han vivido en Kreutzberg (Berlín) o en Brooklyn (Nueva York) y dentro de España, el barrio más emblemático es Malasaña (Madrid), plagado de establecimientos regentados por este grupo social. Es cierto que la elaboración artesanal, el comercio justo y de proximidad y el valor añadido de los locales con ambiente familiar cuestan dinero. Con razones o no, el asunto es que encarecen todo lo que tocan. A continuación, analizamos los casos más claros.
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¿Nos están tomando el pelo? 6 cosas que eran baratas y los 'hipsters' volvieron caras

Esta tribu urbana dispara el precio de lo que toca. Investigamos si está justificado

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