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El Sena entra en escena

Vista (1953) del célebre puente de las Artes, que comunica las riberas del Sena.
Vista (1953) del célebre puente de las Artes, que comunica las riberas del Sena. Henri Cartier-Bresson / Magnum / Contacto
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EL Sena es el único río del mundo cuyo caudal transcurre entre libros (los eternos buquinistas), es una autopista de bateaux mouches, los barcos que encandilan a ocho millones de turistas al año, y también es, desde 2012, símbolo de la vanguardia en la logística urbana.

La cadena de supermercados Franprix, con 350 tiendas en París, sirve a 135 de ellas a través del río con un sistema de reparto en barco. Las mercancías, que luego se distribuyen en la ciudad, se transportan desde el puerto de Bonneuil-sur-Marne, a 10 kilómetros de la capital francesa, evitándose así el uso de 2.600 camiones cada año.

El proyecto, calificado de revolución por el diario británico The Guardian, se fraguó con apoyo de la Unión Europea. Este modo de entrega es inédito en el sector de la distribución de alimentos. El programa se llama Franprix entre en Seine: literalmente, Franprix entra en el Sena, que pronunciado suena a entra en escena. Sí, hay algo que gusta a los franceses más que abreviar nombres: los juegos de palabras.

Hervé Daudin, director de actividades mercantiles del grupo Casino, al que pertenece Franprix, sostiene que “esta iniciativa de reparto fluvial es un enfoque innovador en favor del medio ambiente”. Sorprendido, me acerco al Franprix de la Rue de Rivoli, donde un simpático empleado me descubre que cada contenedor transportado por vía fluvial supone un ahorro de 10.000 kilómetros de carretera cada año. Si cada día se libran más de 50, equivale a una reducción de casi 500.000 kilómetros. Además, representa una disminución de la emisión global de CO2 del 37%, y un descenso de 628 a 394 toneladas por año de dióxido de carbono, gas responsable del calentamiento climático.

Por la mañana bajo al Franprix de la Rue Montergueil y hablo con Thierry, el encargado. Son las 7.30 y está a punto de abrir. “Mira, acaban de llegar”, me dice ante los pasillos repletos. “Aquí se usa el reparto fluvial todos los días y no ha cambiado nada. Desde un punto de vista ecológico, es mucho mejor; se liberan las autopistas de camiones. Vamos hacia una estructura más transversal que piramidal, esto se parece más al Sena que a la torre Eiffel”.

A la misma hora del día siguiente voy al Port de la Bourdonnais, en el Quai Branly, y me detengo en la Passerelle Debilly. Veo la figura de la torre Eiffel y me queda claro el ejemplo de Thierry. Enseguida aparece una barcaza atestada de palés de Franprix que van directos a los camiones de Norbert Dentressangle, socio de los supermercados. Mientras observo la descarga, por debajo de mí pasa otra barcaza llamada El Nino transportando dos coches, y otra llamada Austral con material de construcción. ¿Qué es esto? ¿Un río o una carretera?

Contacto con Anne Hidalgo, alcaldesa de París, muy comprometida con la ciudad verde. “Proponemos un nuevo arte de vivir el Sena”, dice. “Mi voluntad es la de ampliar esta dinámica desde el transporte hasta los espacios de ocio. Descontaminar el Sena y sus orillas, Patrimonio de la Humanidad desde 1991, es una necesidad para favorecer el ecosistema. En nombre de la innovación y la creatividad, hay que compartir el río e inventar maneras de vivir con y alrededor del agua, preservando la calidad de vida y protegiendo los espacios de biodiversidad”.

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Sobre la firma

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Es autor de las novelas 'Los Baldrich', 'La estación perdida', 'Los buenos amigos' o 'Jauja' y del libro de viajes 'París'. Su obra narrativa ha obtenido varios premios. Es profesor en la Universidad Sciences Po de París. Como periodista fue Premio Pica d´Estat 2011. Colabora en El Ojo Crítico de RNE y en EL PAÍS. 'Verso suelto' es su última novela

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