El magnate y la modelo
HAY dos cosas que me han fascinado del matrimonio entre el magnate de la prensa, Rupert Murdoch, y la célebre modelo, actriz y exesposa de Mick Jagger Jerry Hall. Una fueron los zapatos con los que se casaron. Los de él eran unos oxfords de color whisky, muy criticados por la prensa que cubrió el enlace, cuando son los adecuados para un novio multimillonario, octogenario y en su tercer matrimonio y además de día. Ella asombró mucho más porque lo hizo con unos Roger Vivier con gran hebilla delantera, marca de la casa, casi planos. Para una mujer de tamaño considerable, una modelo que simbolizó el desenfreno de la sandalia con tacón, golpeando los suelos de Studio 54, jaloneando como una vaquera en celo en un vídeo de Roxy Music, ese Vivier de tacón medio era una gran ironía, la máxima rebeldía: la madurez se disfruta bien casada y a ras de suelo.
La segunda sorpresa fue la aparición de Bianca Jagger, la primera esposa de Mick, entre los invitados al enlace. Durante 1977 y 1979, la fecha del divorcio de Bianca y Mick, imaginarse un encuentro entre Jerry y Bianca era casi imposible. Jerry enamoró a Mick siendo más joven que Bianca, más alta, más americana, más divertida, más todo. Bianca se había quedado atrapada en ella misma, en celebrar su cumpleaños llegando sobre un caballo blanco al Studio 54, en ir de fiesta en fiesta con Andy Warhol y Halston y ser aún más omnipresente que el propio Mick. Jerry era novia de Bryan Ferry (de ahí que saliera en uno de los primeros vídeos de Roxy Music), estaba un poco harta de tanto dandi. Quería un canalla. Y allí entro Mick. Y juntos atravesaron décadas, reproduciéndose y sobrevolando Hollywood, Londres, Mustique…
Por eso la presencia de Bianca en esa boda significaba que las mujeres, por más que luchen por el mismo hombre, saben hacerse amigas a causa de una inmensa lucha en común: ser respetadas. Habría sido maravilloso si se les hubiera unido Wendy, la última ex de Murdoch, pero para eso quizás haga falta una cuarta boda del magnate de la prensa.
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