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EL PULSO
Crónica
Texto informativo con interpretación

De quien más ‘whatsapps’ recibo es de mi padre

En España, el móvil es imprescindible para un 70% de la población entre los 65 y los 80 años

Thanasis Zovoilis (Getty)

Últimamente de quien más whats­apps recibo es de mi padre. Con cerca de 80 años actúa como un niño con zapatos nuevos con su teléfono móvil, disfruta descubriendo sus aplicaciones y recurre a su nieto de 14 años cuando tiene dudas. En poco tiempo ha aprendido a compartir informaciones, a enviar fotografías de escenas hogareñas, de excursiones y viajes en compañía de mi madre y de parejas amigas con las que intercambia a su vez confidencias, chistes y noticias sobre aficiones comunes.

Vivimos separados por más de 1.700 kilómetros de distancia (Madrid-Tenerife), pero de pronto la comunicación se ha intensificado y los papeles se han cambiado hasta tal punto que, en una visita reciente, me vi llamándole la atención porque, sentados a la mesa, no dejaba de atender a los mensajes que recibía de los compañeros de un grupo de aficionados a la música al que pertenece. En fin, supongo que a muchos de ustedes les pasará lo mismo. Tengo amigas que han regalado a sus progenitores manuales sobre el modo de moverse en Twitter o cursos de manejo en Internet y redes sociales, incluso conozco a una que ha descubierto lo divertida que es su madre a través de sus mensajes en Facebook.

Que nuestros mayores cada vez están más conectados, que consideran las nuevas herramientas como un medio útil para organizar su día a día y como un gran entretenimiento, es un hecho indiscutible que, en cierto modo, contribuye a disminuir las distancias generacionales. Un informe de 2012 del Pew Research Center, con sede en Washington, indicaba que el número de usuarios de las redes sociales se había estabilizado entre los menores de 30 años y empezaba a crecer entre los que ya habían superado los 65. Según datos de la Fundación Vodafone, en España el móvil es imprescindible para un 70% de población entre los 65 y los 80 años, mientras que el promedio de quienes utilizan Internet en una franja de edad similar se aproxima al 50%.

“La experiencia de tu padre es una tendencia bastante común en el resto de familias”, confirma Roser Beneito, autora de Gente mayor y medios de comunicación sociales: rompiendo la marginalidad, un estudio para la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) que realizó tras seguir durante dos años a un grupo de personas entre los 64 y los 79 años. En la tercera edad reinan Facebook y WhatsApp y se detestan los selfies, revela en su trabajo esta profesora de informática, multimedia y telecomunicaciones. Beneito confiesa que a la hora de afrontar su proyecto tuvo que desmontar bastantes estereotipos y se sorprendió “al ver lo mucho que significan las nuevas tecnologías para los mayores en términos de proyección de una imagen positiva de sí mismos y también para sentirse miembros activos de la sociedad”.

A edades avanzadas no se busca aumentar las relaciones sociales, como en la juventud, sino integrarse, ser partícipes de la esfera pública, acceder a la modernidad. Funciona “una especie de tecnoesnobismo”, se indica en el informe de la UOC, donde también se destaca la importancia de las redes a la hora de mantener vínculos afectivos con la familia y amigos y de hacer un seguimiento no intrusivo de las actividades de hijos y nietos. Nada que ver con esa idea de Internet como un medio frío que propicia el alejamiento de la realidad, de los otros.

Sin embargo, Beneito cree que “la gente mayor es todavía uno de los grupos que más sufre el aislamiento y que esa tendencia aumentará en las próximas décadas”. “No creo que Internet suponga una revolución al respecto”, comenta. “Las redes sociales ayudan a mitigar la soledad de aquellas personas que ya tienen unas redes sociales en la vida real. Pero las políticas colectivas deben abordar ambos aspectos al mismo tiempo, el offline y el online”. Pienso en sus reflexiones mientras suena mi móvil y me llega una hermosa imagen del mar enviada, claro, por mi padre.

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