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Coordinado por Lola Huete Machado

Cadetes del demonio o cómo civilizar a los militares nigerianos

Por Chido Onumah (*)

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Original en inglés de este artículo

Hace unas semanas que se hizo público el vídeo tremendo de un grupo de cadetes de la escuela militar de élite de las Fuerzas Armadas de Nigeria, la Academia de Defensa de Nigeria (NDA, en inglés), maltratando a unos compatriotas de la república federal. Desde entonces, los nigerianos curiosos han estado esperando a ver lo que el Ejército diría sobre ese espectáculo de vergüenza nacional. Desafortunadamente, no ha habido nada más que un silencio ensordecedor.

Escena publicada por Premium Times del vídeo colgado en la red

Cualquiera que no haya visto el vídeo debe hacerlo. Trae a la memoria recuerdos de la siniestra crueldad impuesta contra los negros en la Sudáfrica del apartheid y más recientemente a la actuación de los agentes de policía blancos contra jóvenes negros en Estados Unidos.

A finales de diciembre de 2015, inmediatamente después del violento ataque de los soldados nigerianos contra miembros del Movimiento Islámico de Nigeria (IMN, en inglés), escribí un artículo cuya tesis central era que el nuestro es aún y esencialmente un Estado militar sin importar el hecho de que tengamos un gobierno civil desde hace más de una década y media. Mencioné que la respuesta de los militares a la infracción cometida por los miembros del IMN –obstruir la circulación del tráfico rodado y peatonal-, fue similar a su respuesta a otros momentos de tensión vividos en el país desde 1999 y que ni la Constitución ni cualquier otra ley del Estado contemplan un control civil efectivo sobre las consagradas Fuerzas Armadas.

El portavoz del Ejército, horrorizado, intentó ponerse en contacto conmigo a través de un tercero. Me acusó de ser malicioso y de no conocer la historia. Mi respuesta fue que si se sentía tan preocupado por los comentarios y su posición, debería hacer público su desacuerdo para que pudiera ser sometido a un debate crítico por los nigerianos. Lógicamente, no cayó en la trampa.

El angustioso vídeo de los cadetes de la NDA torturando a un ciudadano inocente ha supuesto ahora una verdadera oportunidad para sacar una vez más a la palestra el discurso nacional de las relaciones cívico-militares en Nigeria. Cuando las imágenes se hicieron públicas por primera vez, se informó erróneamente de que el ciudadano nigeriano, Sunday Amari, que fue golpeado y aterrorizado por los cadetes, estaba piropeando a una mujer cadete. Posteriormente hemos podido ver, tras una investigación más extensa y una entrevista con Amari, que el único delito de la víctima fue estar en el lugar equivocado a la hora equivocada.

En una serie de tuits, a través de la dirección de Twitter @HQNigerianArmy, la NDA respondió a la indignación inicial de los nigerianos con estos mensajes firmados por su gestor de contenidos:

A la Academia de Defensa de Nigeria le ha llamado la atención un video viral que muestra a varios cadetes golpeando a algunas personas. Tengan en cuenta que la NDA está investigando este incidente. Una investigación preliminar ha confirmado que el suceso se había producido en 2014 mientras los cadetes estaban en un descanso. La NDA, en tanto que institución responsable de cumplir con la tarea de formar futuros líderes militares, en modo alguno tolerará un maltrato a los nigerianos tan flagrante y subversivo. La NDA, bajo la actual dirección, ha afrontado más deficiencias disciplinarias. La investigación continuará”.

Admito que estos huevos totalmente podridos no pueden ser los representantes de unos militares que reciben entrenamiento y abastecimiento gracias a los contribuyentes; sin embargo, su actuación ofrece una pésima imagen de los militares y de otros que visten uniforme que ya nos resulta demasiado familiar.

Fue en este país cuando en julio de 1973 el ya fallecido periodista Minere Amakiri, corresponsal del Nigerian Observer en Rivers State, con sede en Benín, fue tratado de forma inhumana bajo la supervisión del comandante Alfred Diete-Spiff, por entonces gobernador militar de Rivers State, por “haberle humillado” en el día de su cumpleaños. El delito de Amakiri fue escribir una información sobre una inminente huelga de profesores en Rivers State que se publicó el 30 de julio de 1973, fecha de su cumpleaños. En efecto, arruinar la celebración de Su Excelencia y su alegría programada supuso cometer un delito penado con un castigo cruel y la humillación pública.

Amakiri fue arrestado por el ayudante de campo Ralph Michael Iwowari a las 4 de la tarde del 30 de julio de 1973 permaneciendo detenido hasta las 7 de la tarde del 31 de julio de 1973 sin recibir ningún tipo de alimento. Cuando lo llevaron al centro de detención Government House, Port-Harcourt, el soldado de primera Ilumodu le asestó 24 golpes y Nicholas Bakban, siguiendo ordenes del sargento mayor (RSM, en inglés) Frank Dorgu, a quien habían vuelto a llamar para vigilar el castigo después de que había concluido el día, le afeitó la cabeza. Cuando fue puesto en libertad, Amakari tenía el cuerpo en carne viva.

Mientras escribo esta pieza, casi dos semanas después de que Amari y otro nigeriano fueran tratados de forma cruel y miserable y una semana después de que Amari fuera entrevistado públicamente, el Ejército continúa investigando. En una entrevista publicada el pasado 6 de febrero en el Sahara Reporters, Amari, de 25 años, explicó al periódico que la agresión tuvo lugar el 31 de diciembre de 2014 en Jabi Lake Park, en Abuja, la capital de Nigeria, donde trabaja como funcionario de parques y recreo. Según el diario, la versión de Amari “contradice la declaración de la Academia de Defensa de Nigeria según la cual la agresión se produjo en Lagos. El señor Amari afirmó que los cadetes le agredieron y casi le mataron mientras se encontraba en su puesto de trabajo”.

Desveló que él no fue la primera víctima de los violentos cadetes, entre los que se encontraban dos mujeres y siete hombres. De acuerdo con las palabras de Amari, los cadetes agredieron inicialmente a otro hombre que se ve al final de la grabación. Explicó que los cadetes golpearon a la primera víctima de tal modo que pudo haber sufrido un traumatismo craneoencefálico. El señor Amari afirmó que los cadetes rebeldes se abalanzaron sobre él por miedo a que pudiera denunciar sus atrocidades. Amari dijo que había informado de la agresión a su jefe, un militar retirado, que le contestó que no se podía hacer nada porque los agresores eran cadetes de la Academia militar.

Desde luego, hay un gran relato de impunidad desde la respuesta de los militares hasta la actuación de estos cadetes del demonio. En Nigeria, los que ostentan el poder y llevan uniforme se entusiasman tratando de forma brutal e inhumana a los nigerianos comunes y corrientes. Hace poco apareció también otro video de un agente de seguridad en un acto público limpiando los zapatos del Ministro de Interior de Nigeria, Abdulrahman Dambazau, un general retirado.

Nada menos que un premio Nobel, el escritor Wole Soyinka, tenía sobradas razones para condenar el uso de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad y llamar la atención acerca de la actitud de los militares en relación con “los nigerianos comunes y corrientes”. El pasado diciembre, durante su discurso con motivo del décimo aniversario del Wole Soyinka Centre for Investigative Journalism (WSCIJ), Soyinka pidió al presidente del gobierno Muhammadu Buhari "actuar con rapidez para poner fin al uso recurrente y arbitrario de la fuerza contra los civiles por parte de las fuerzas de seguridad y especialmente por parte de los representantes del Ejército nigeriano”.

Desde que recuerdo, las personas uniformadas en Nigeria siempre han dado por hecho su superioridad respecto al resto de seres humanos. Tal vez por eso la incomparable estrella del afro-beat y activista de los derechos humanos Fela Anikulapo-Kuti nos recordaba “¡uniform na cloth, na tailor dey sew am!”. Para aquellos que no están familiarizados con la lengua pidgin nigeriana, la expresión sencillamente quiere decir: “El uniforme no hace al soldado”. No hay una frase que mejor resuma cual debería ser la actitud de nuestros hombres y mujeres así vestidos en su relación con los otros.

No creo que los nigerianos hayamos expresado de manera suficiente la indignación que sentimos por lo que le ha sucedido al ciudadano Amari. ¿Dónde están las feministas, los activistas de los derechos humanos, los partidos políticos, los parlamentarios, el NLC (Congreso del Trabajo de Nigeria), la Asociación Nacional de Estudiantes Nigerianos (NANS, en inglés) y los hombres y mujeres con conciencia del Ejército nigeriano? ¿Habrá alguna vez justicia para Amari?

¿Acaso no se ha cometido un delito? ¿Por qué nuestros parlamentarios no han convocado al Jefe del Estado Mayor, al Jefe del Estado Mayor de la Defensa o al Ministro de Defensa? ¿Es tal vez una conspiración de silencio? ¿O simplemente un caso al que ya nos hemos acostumbrado? ¿Es el precio que los “malditos civiles” tenemos que pagar para que los militares sean nuestros libertadores, nuestros protectores y el bastión de la unidad nacional? No creo que ningún nigeriano, en realidad ningún ser humano, deba tolerar ni esta que infligieron a Sunday Amari estos salvajes uniformados ni ninguna otra tortura.

Para que los militares sigan contando con el apoyo que ahora más que nunca necesitan, tienen que demostrar que no están por encima de la ley; que no las hay distintas para militares y civiles y que, en caso de ser necesario, ellos deben someterse a la autoridad civil.

Eso se conseguirá si estos cadetes descontrolados presentan su dimisión y son acusados. Ya se han ganado eso y más y sus víctimas no se merecen menos. No encajan en el Ejército de Nigeria. Solamente así podremos recuperar la fe en este país, en nuestras leyes, en nuestros militares y en nuestras instituciones.

(*) conumah@hotmail.com

Twitter: @conumah

Traducción de Virginia Solans

Nota: más información sobre el tema aparecida en diarios nigerianos

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