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CLAVES
Columna
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Sin gobierno

Hay una verdad muy incómoda: que sólo se necesitan dos países, EE UU y China, para el acuerdo de París sea realmente efectivo

No, no hablo de España, sino del planeta. EE UU y China son responsables del 44% de las emisiones de CO2, principal agente del calentamiento global. Tras China, con el 28%, y EE UU, con el 16%, le siguen la Unión Europea, con el 10%, India y Rusia, con el 6% cada una, y Japón, con un 4%. Dicho de otra manera: si seis actores son responsables del 70% de las emisiones (cuenta la UE-28 como bloque: su legislación tiene efecto directo sobre los miembros) y 162 países del 30% restante, entonces la foto de familia de París está bien, pero no sirve de mucho ni para explicar el problema que tenemos ni para arreglarlo. Por tanto, aunque sin duda es un gran éxito que 195 países firmen un acuerdo para luchar contra el cambio climático, detrás del impresionante esfuerzo realizado por la diplomacia francesa hay una verdad muy incómoda: que solo se necesitan dos países (Estados Unidos y China) para que ese acuerdo sea realmente efectivo, y que esos dos países distan mucho de estar comprometidos con esa lucha.

Ambos tienen en común dos elementos: primero, los dos son adictos a los combustibles fósiles; y segundo, los dos tienen un sistema político disfuncional. Los estadounidenses son pocos y ricos (su cuota de emisiones es nada menos que de 17,62 toneladas por persona) y los chinos son muchos y están en pleno desarrollo (su cuota es de 6,52 toneladas por persona, pero son cuatro veces más numerosos que los estadounidenses). Estados Unidos tiene dos características muy adversas: una cultura individualista, consumista y antigobierno y un requisito de ratificación de tratados internacionales elevadísimo (2/3) en manos de un Senado atrapado por intereses territoriales que convierten en irrelevante a Obama (y veremos qué viene después de Obama). China no le va a la zaga: tiene un Partido Comunista que solo se puede legitimar por el crecimiento económico y carece de instituciones parlamentarias y judiciales independientes que representen los intereses de la población (véase el destino del vídeo Bajo la cúpula sobre la contaminación realizado por la periodista Chai Jing: la prohibición). Resumiendo, el futuro del planeta depende de dos carbonodependientes compulsivos políticamente disfuncionales. Menudo cuadro. @jitorreblanca

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