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Palos de ciego
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El mal mayor

No hay duda de que debemos defendernos del EI, pero la cuestión es si la intervención militar es la mejor forma de hacerlo

Javier Cercas

No soy pacifista. Si fuera pacifista, debería pensar que en 1936 no había que ir a la guerra contra Franco y había que permitir el triunfo de su golpe de Estado sin oponerse con las armas a él; también debería pensar que en 1939 no había que ir a la guerra contra Hitler y había que permitir sin más su triunfo en toda Europa. No pienso ni lo primero ni lo segundo; lo que pienso es que, aunque luchar con las armas contra Franco y contra Hitler provocó males terribles en dos guerras espantosas, no hacerlo hubiera provocado males mucho peores.

Hay ocasiones en que, por espeluznante que sea, no queda más remedio que decir sí a la guerra

Eso es lo que pienso: que hay guerras que es menos malo hacer que no hacer, guerras justas e injustas y ocasiones en que, por espeluznante que sea, no queda más remedio que decir sí a la guerra. Más aún, pienso que habría que haber hecho alguna guerra que no se hizo; pienso que, si en 1944 o 1945 los aliados hubieran invadido España para terminar con el último compinche de Hitler en Europa, como esperaban tantos republicanos españoles que habían ayudado a los Aliados en la liberación de Francia, hubiera habido muertos y destrucción, pero menos que en 40 años de franquismo. Aunque también pienso lo obvio, y es que la mayoría de las guerras son el mal mayor y no el menor, y que ocasiona mucho más daño hacerlas que no hacerlas. Esto, sin embargo, no hace que yo sea pacifista. Quizá estoy equivocado, quizá debería serlo. Pero no lo soy.

¿Qué tipo de guerra es la guerra contra el Estado Islámico? ¿Es una guerra justa o injusta? ¿Hay que hacerla o no? ¿Es un mal menor bombardear o invadir el territorio del EI? No hay duda de que debemos defendernos del EI, o más bien de que debemos acabar con él, igual que con el islamismo radical, pero ¿es la intervención militar la forma de hacerlo? No lo sé: no tengo suficiente información para responder a esa pregunta, que quizá sólo puede responder un puñado de personas (suponiendo que alguien pueda hacerlo). Sea como sea, conocemos bien los argumentos en favor de la intervención militar; mucho menos se han difundido, creo, los argumentos en contra. Tzvetan Todorov expone algunos en su último libro, Insoumis, que ojalá se traduzca de inmediato al castellano; es verdad que se refieren a las intervenciones en Irak, Afganistán o Libia, pero quizá valen también para nuestro caso. El principal argumento es que la guerra no puede ser el mal menor, porque se trata de “un medio tan potente y devastador que anula los nobles fines que la habían motivado”.

La muerte y la destrucción no son menos dolorosas porque las bombas que las causan intenten promover el bien

La muerte y la destrucción no son menos dolorosas porque las bombas que las causan intenten promover el bien, la guerra da a la población que la sufre un ejemplo de violencia muy alejado de los valores democráticos que en teoría promovemos y, tras las intervenciones armadas, las razones para atacar objetivos occidentales se fortalecen más que se debilitan, tanto en los países atacados como en la población inmigrada de los propios países occidentales; todo ello sin contar los efectos negativos en estos mismos países… No dudo que, en su momento, algunos pensaran de buena fe que la guerra de Irak era una guerra justa, que pretendía acabar con un dictador feroz e instaurar una democracia, pero lo cierto es que los males que ha provocado han sido muy superiores a los que en teoría intentaba subsanar, entre ellos la aparición de un enemigo mucho peor que Sadam Hussein: el propio EI.

No sé si, al menos en este sentido, la guerra contra el EI es parecida a la de Irak. Los belicistas acusan a los pacifistas de ingenuidad irresponsable por creer que se puede acabar con el EI a base de medios pacíficos, lo que es una forma de acusarlos de cómplices en las atrocidades del EI. Pero yo me pregunto si no es mucho más irresponsable y más ingenuo pensar que se puede acabar con el EI –y, en general, con el radicalismo islámico– a base de bombardeos: de hecho, no conozco una sola prueba de que la intervención militar no agrave el problema en vez de resolverlo. Es verdad: decir no a la guerra es no decir nada, o peor, porque la guerra ya nos ha sido declarada, y no reconocerlo nos convierte en responsables de sus estragos; pero, hasta que me demuestren que la intervención militar es el mal menor y va a arreglar más problemas de los que va a crear, conmigo que no cuenten para apoyarla. Aunque no sea pacifista.

elpaissemanal@elpais.es

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