El dinero llueve en Brasil desde la ventana
La policía encuentra fajos de billetes en la calle cuando iba a la casa de un presunto corrupto
El miércoles 9 de diciembre, agentes de la Policía Federal brasileña acudieron al edificio Torres Gêmeas de Recife, en el Estado de Pernambuco, para interrogar a Rômulo Maciel Filho, presidente de la empresa pública Hemobras, sospechoso de haberse enriquecido a base de aceptar sobornos para hacer la vista gorda en determinados contratos. Los policías se quedaron pasmados cuando, al llegar a la entrada del rascacielos, vieron, diseminados a lo largo de la acera, fajos de billetes de 50 reales.
En Internet hay vídeos del asunto. Todo apunta a que Maciel Filho, al enterarse de que los policías iban de camino —o al verlos acercarse—, arrojó el dinero por la ventana para tratar de borrar huellas del delito.
Los agentes, integrantes de la Operación Pulso —la empresa Hemobras promueve la producción de medicamentos para la red pública de la sanidad brasileña—, no han acusado (todavía) a Maciel de haber tirado el dinero por la ventana porque no lo atraparon in fraganti. Pero en su casa encontraron —además de obras de arte de pintores renombrados brasileños, que han servido para lavar millones de reales— una caja fuerte con 15.000 reales (2.500 euros), casualmente dispuestos de la misma manera que los fajos de dinero volante. Por lo pronto ya ha sido apartado del cargo.
La imagen de los fajos de billetes esparcidos en la acera de Pernambuco y la idea que todo el mundo se hizo de un alto cargo de una empresa pública tirando dinero atropelladamente por la ventana, para no ser incriminado por un pelotón de policías que te va buscando, se ha convertido estos días en una triste metáfora del Brasil actual: lastrado por un escándalo de corrupción —el de Petrobras— que parece no tener fin, por una crisis política cada vez más enconada (con decenas de diputados implicados en la red corrupta) y una crisis económica cada vez más profunda en el país. No hay dinero para nada, dicen los expertos financieros. Solo para tirarlo por la ventana.
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