Otro 6 de noviembre, 40 años después
Los ciudadanos no han olvidado que el Gobierno español dejó desamparado al pueblo saharaui
Cien años de injusticia no hacen derecho
G.W.F. Hegel
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Hoy se cumplen 40 años de la ocupación del Sáhara Occidental. Días antes de la muerte del dictador, España dejaba a su suerte un territorio que había colonizado durante más de noventa años, sin concluir el proceso de descolonización que estaba en curso en el marco de Naciones Unidas, obligando a miles de saharauis a elegir entre el sometimiento al ocupante o el destierro en los campamentos de refugiados del desierto argelino. Desde entonces, la política exterior española ha optado deliberadamente por volver la cara al expediente y, por extensión, al propio pueblo saharaui. Quizá creían que la opinión pública de nuestro país acabaría por olvidarse de los hechos, o que la trágica situación que afrontan miles de familias, que siguen viviendo en condiciones terribles en el desierto, se podría parchear con el envío periódico de ayuda humanitaria a los campamentos. Ni una cosa ni la otra son ciertas. La ciudadanía española, en este tema también, marcha a una enorme distancia moral de sus representantes políticos.
Hoy, con los campamentos destrozados por inundaciones recientes, y ante la fría indiferencia de la comunidad internacional, tenemos ante nosotros los nefastos resultados de esa irresponsabilidad histórica. La supuesta razón geopolítica del bipartidismo ha ido hipotecando poco a poco toda esperanza de autodeterminación del pueblo saharaui, sin conseguir por ello afianzar una relación con Marruecos digna de dos vecinos solidarios y dispuestos a cooperar y resolver de mutuo acuerdo sus problemas. Recordemos la sucesión más reciente de gestos: en 2007, Zapatero viaja a Rabat y acepta el plan marroquí de autonomía como base para el diálogo entre Marruecos y el Frente Polisario; España impulsa los sucesivos acuerdos de pesca de la UE con Marruecos -criticados por el propio Parlamento Europeo-, que incluyen las aguas del Sáhara Occidental y de los que somos el principal beneficiario; el gobierno del PSOE aceptara en 2010 que el embajador de Marruecos en España sea un saharaui, ex dirigente del Frente Polisario; más recientemente, el gobierno del Partido Popular se opone a que el mandato de la misión de Naciones Unidas en el Sáhara Occidental pueda cubrir la supervisión de los derechos humanos, e intenta evitar que la Unión Africana asuma un papel más activo en el expediente ante el declive de la facilitación de Naciones Unidas.
Hoy, con España en la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ni siquiera hemos introducido la cuestión del Sahara en el orden del día de sus reuniones, mientras el Gobierno ha reducido fuertemente la ayuda humanitaria a los campamentos saharauis durante esta legislatura y no dice nada sobre el expolio de los recursos naturales en el Sahara ocupado. ¿Para qué ha servido toda esta injusticia, qué hemos avanzado acumulando dolor en un pueblo que ve negado su derecho a decidir su propio futuro y a vivir en paz, dignidad y libertad?
Con España en la presidencia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ni siquiera hemos introducido la cuestión del Sahara en el orden del día de las reuniones
La acción exterior del Estado da, igual que su acción interior, medida de su lo que es y de su valía. Nosotros pensamos que es urgente emprender una democratización profunda de la acción exterior de España, y que el compromiso con la democracia, con los derechos humanos y con nuestra responsabilidad histórica no debe ser negociable. Por eso defenderemos, allá donde estemos, el derecho a la libre determinación del pueblo saharaui. Para ello asumiremos un papel activo y decidido ante las instituciones internacionales para recuperar el proceso negociador, garantizar el respeto de los derechos humanos, sociales y económicos del pueblo saharaui, y asegurar una solución justa, pacífica, democrática y duradera a este conflicto para que no vuelva otro 6 de Noviembre como este.
La acción exterior de España debe estar a la altura de los valores que dice defender. Sólo así podrá jugar el papel que le corresponde para cooperar con todos los pueblos vecinos, defender la paz , la concordia y la cooperación con ellos, y afrontar los inmensos desafíos que, en parte por nuestros propios errores, afrontamos en esta hora difícil. Tenemos mucho trabajo por hacer.
Pablo Bustinduy es Secretario de Relaciones internacionales de Podemos. Miguel Urbán es Eurodiputado de Podemos
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