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Los monos que más chillan son los que menos esperma producen

Una investigación encuentra por primera vez una relación directa entre el tamaño de los testículos y los aullidos en el reino animal

Jacob Dunn, coautor del estudio, describe esta 'evolución compensatoria' y la relaciona con el trabajo de la selección sexual de Darwin.Vídeo: Universidad de Cambridge
Andrea Arnal Martín

Los monos aulladores son del tamaño de un perro pequeño y pesan más o menos siete kilos. Viven en la zona tropical, desde el sur de México, hasta el norte de Argentina. Pero que el peso y el tamaño no despisten: son uno de los animales terrestres más fuertes del planeta.

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La evolución se ha portado bien con ellos y les ha dado, además, un sistema vocal complejo y de gran alcance. De hecho, pueden chillar a una frecuencia acústica similar al rugido de los tigres. Para los machos, el aullido tiene un fin reproductivo muy importante: atrae a las hembras y ahuyenta a los machos rivales.

Pero no todos los monos aulladores tienen este vozarrón. Una nueva investigación sobre las especies aulladoras ha puesto de manifiesto una evolución de compensación entre el tamaño del hioides masculino –hueso situado debajo de la raíz de la lengua que permite que el rugido gutural los aulladores resuene– y el tamaño de los testículos.

El estudio ha determinado que cuanto más grande es el órgano vocal de un mono aullador masculino, y más profundo e imponente es su gruñido, más pequeños son sus testículos y producen menos espermatozoides. 

Esta compensación, de la que Charles Darwin ya escribió largo y tendido en su libro El origen del hombre y la selección en relación al sexo, se ha dado en varias ocasiones. Por ejemplo, existen especies en las que los machos invierten en grandes cuerpos o largos colmillos, y han mostrado a su vez tener menos testículos.

Pero lo que jamás se había observado antes es que existiera una relación directa entre el tamaño de los genitales y los órganos vocales de ningún animal.

Cráneo, mandíbula e hioides de un mono aullador rojo, donde se ve el enorme tamaño del hioides en relación al cuerpo.
Cráneo, mandíbula e hioides de un mono aullador rojo, donde se ve el enorme tamaño del hioides en relación al cuerpo.Jacob Dunn

Ahora, un grupo de investigadores procedentes de la Universidad de Utah, Cambridge y Viena, entre otras, publican en Current Biology una investigación sistemática de prácticamente todas las especies de monos aulladores (9 de 10) y esta evolución compensatoria.

Junto a la recopilación de datos sobre el tamaño medio de los testículos entre las especies de los aulladores, los investigadores también usaron escáneres láser 3-D para analizar el tamaño de más de 250 hioides. Posteriormente, hicieron un análisis acústico de los distintos rugidos.

El equipo encontró que, de entre todos estos primates, el mono aullador negro (Alouatta palliata) es el que más grande tiene las bolas y más pequeños los hioides; por el contrario, el mono aullador rojo boliviano (Alouatta sara) está en el otro extremo, con un gran hioides y testículos pequeños. “Encontramos otras especies con hioides más grandes (como Alouatta macconnellii), pero no tenemos datos sobre sus testículos (aunque nuestra hipótesis es que serían aún más pequeños)”, explica a Materia Jacob Dunn, miembro de la División de Antropología Biológica de la Universidad de Cambridge, y coautor del estudio.

Darwin tenía razón

Los investigadores encontraron que la compensación estaba relacionada, además, con los sistemas de apareamiento de las diferentes especies de aulladores. Por ejemplo, los machos con grandes hioides –y que tenían, por tanto, rugidos más profundos y graves–, y testículos pequeños vivían en reducidos grupos sociales en los que, con frecuencia, solo un varón dominaba una serie de mujeres; es decir, tenían un "harén" como modelo social.

Los monos aulladores han desarrollado diferentes soluciones a un mismo problema: el éxito reproductivo" Leslie Knapp, directora del Departamento de Antropología en la Universidad de Utah

“Es precisamente la organización social la que influye en esta compensación. En la mayoría de los animales existe una relación entre el riesgo de competencia espermática (generalmente medido por el número de hombres por grupo) y el tamaño de los testículos. Así que es de esperar que los animales en los grupos de harén (es decir, de un solo macho) tenga las bolas pequeñas, y los animales que viven en grupos masculinos múltiples las tengan grandes”, indica Dunn.

"Esta idea ha rondado por las cabezas de los científicos desde que la propuso Charles Darwin, pero esta es la primera vez que alguien demuestra una relación directa entre las características vocales antes del apareamiento y la producción de espermatozoides" aclara Leslie Knapp, directora del Departamento de Antropología en la Universidad de Utah y coautora del estudio.

"Además, el estudio demuestra que Darwin tenía razón cuando sugirió que los rugidos de los animales son importantes para la reproducción", añade.

Dos soluciones a un mismo problema

“Creemos que las especies de mono aullador han desarrollado diferentes soluciones a un mismo problema, que es la potenciación del éxito reproductivo. Algunas especies lo solucionan teniendo grandes hioides y otros con grandes testículos. El común antecesor de todos estos monos probablemente tenía un tamaño intermedio tanto en las glándulas como del hioide”, indica Knapp.

Lo que no saben los investigadores es por qué la compensación se produce entre los testículos y los órganos vocales y no con cualquier otro órgano: "Puede ser que la inversión en el desarrollo de un gran órgano vocal implique un coste tan alto de energía que simplemente no haya suficiente para invertirla en los testículos", comenta la antropóloga.

Dunn cree que otra posibilidad es que un gran órgano vocal sea tan eficaz en la disuasión de los machos rivales "que no hay necesidad de invertir en grandes testículos”. “Por supuesto, estas hipótesis no son mutuamente excluyentes”, recalca el investigador.

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