Francisco, mejor cuando habla
El Papa ha recordado que el grave problema de la emigración no es cuestión de muros
Al contrario de lo que hizo en jornadas anteriores, en Cuba, el papa Francisco no ha evitado ningún tema controvertido en su primera visita a Estados Unidos, y lo ha hecho en foros distintos, pero muy influyentes en el devenir de la política mundial: el Congreso de EE UU y la Asamblea General de la ONU. Son escasísimos los mandatarios que tienen la ocasión de dirigirse a ambos prácticamente en cuestión de horas, y el Pontífice no ha dejado pasar la oportunidad.
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Hay que resaltar su alegato a favor de los inmigrantes realizado ante el Legislativo estadounidense, en un momento en el que el mundo más próspero —EE UU, Europa y Australia— está bajo presión como punto de destino de millones de personas dispuestas a arriesgarlo todo por una vida mejor. Es de alabar que Bergoglio haya recordado lo obvio: que no se trata de una cuestión de muros, alambradas o barreras. Más audaz fue su alegato contra la pena de muerte, eliminada ya del ordenamiento jurídico de la inmensa mayoría de los países democráticos pero vigente aún en la democracia estadounidense.
En la ONU, Francisco no olvidó ninguno de los temas que marcan la agenda mundial y añadió alguno trascendental que ya había evocado en Washington, como el de las amenazas del cambio climático y el recordatorio de la amenaza nuclear. En suma, el Papa demostró en EE UU que está mucho más acertado cuando habla de ciertos temas que cuando calla.
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