Nueva York, adiós con aire español
DelPozo y Óscar de la Renta beben del Romancero gitano y de la estética goyesca en el final de la Semana de la Moda
¿Cuántas horas de trabajo requiere una pieza de una colección de DelPozo? "Esta, en concreto, desde el diseño hasta la creación final del prototipo, nos ha costado un mes de trabajo", cuenta Josep Font, el director creativo de la marca. Habla de un chaleco largo con crochet, sedas y rafia, una de las prendas estrella del desfile que presentó ayer en la Semana de la Moda de Nueva York. Contemplándolas de cerca, y viendo cómo el equipo español de patronistas y costureras da los últimos retoques en las horas previas, se reafirma la obsesión de Font por la factura artesanal y el perfeccionismo de los acabados. Se diría que, pese a no desfilar en París, no hacer piezas únicas y estar en una gran marca (sustentada por la empresa Perfumes y Diseño), el catalán no ha dejado de hacer alta costura.
La rafia y el crochet conviven con las sedas, convirtiéndose en tejidos de lujo. El motivo, su evocación de lo español. "En esta colección hay dos referentes claros; uno es el Romancero gitano de García Lorca, el otro, la figura de Emilie Flöge, musa del pintor Gustav Klimt". En definitiva, mujeres fuertes que desafiaron convenciones. La influencia de Flöge se percibe en los volúmenes, seña de identidad de la casa y uno de los retos más difíciles para Font. "Se necesitan decenas de pruebas y cambios para que una prenda de estas características quede bien", explica el director creativo. Los ecos de Lorca se perciben en el uso de los colores y los materiales; bordados, ganchillo, verdes hierba, rafia y lunares simbolizan los campos españoles. Las capas, brocadas con dorado y acabadas en flecos, condensan el espíritu de la propuesta: lo mejor del art nouveau y la actualización del mantón de Manila.
Pero quizá la novedad real de DelPozo esté fuera del desfile. En moda, el espectáculo funciona como escaparate para exhibir lo que un diseñador es capaz de hacer, pero la realidad se impone en forma de productos icónicos y accesibles, es decir, en forma de zapatos, bolsos y perfumes. Los dos primeros son la novedad de la marca esta temporada. "Los bolsos troquelados con láser recuerdan la forma de una flor. Hemos intentado aplicar el concepto de arquitectura orgánica en ellos", comenta Font. La otra novedad, los zapatos, toman la forma de espardeñas españolas con apliques metálicos que tintinean al caminar. Para el perfume de lujo, ”habrá que esperar", comenta Font. Pero esta entrada en el mundo comercial del accesorio exclusivo ya ha dado sus frutos: en el desfile estaba Sarah Lerfel, de la tienda parisina Colette o Linda Fargo, compradora de Bergdorf Goodman.
España también ha sido la inspiración de Peter Copping en su colección para Óscar de la Renta, aunque en este caso, las alusiones fueron mucho más literales. El clavel, la flor favorita de De la Renta, se estampó en vestidos de inspiración goyesca. El rojo encarnado teñía las prendas, emulando la indumentaria taurina. En los pies, de nuevo esparto español. Algo que también inspiró a Altuzarra en su colección del pasado sábado; en su caso, los zapatos de tacón y suela de cuerda, recordaban a los bailarines del aurresku vasco.
Por su parte, y tras la fiesta jamaicana que ofreció el lunes Tommy Hilfiger con su desfile, llegó el turno de otra marca con más vocación comercial que artística; Diesel Black Gold, la línea de alta gama del grupo italiano. A diferencia de Hilfiger (que se atrevió, con bastante éxito, a redefinir sus clásicos polos para adaptarlos al ambiente playero) no cambió ni un ápice sus señas de identidad: negros, estética roquera y protagonismo del cuero. Está claro que tiene definida su identidad pero, ¿hasta qué punto ocupa un hueco relevante en un mercado que explora dichos elementos desde el lujo más extremo y la moda más popular?
En cualquier caso, los diseñadores más sofisticados de esta semana, DelPozo, Altuzarra y de La Renta (con permiso, obviamente, de Carolina Herrera) han reinterpretado el folclore español desde vertientes completamente distintas. ¿Y si la estética nacional se pusiera de moda?
Aforos ajustados
Esta temporada ha sido la primera en que la totalidad de los diseñadores han salido del Lincoln Centre, hasta ahora sede oficial de la Semana de la Moda de Nueva York. La mayoría ha optado por pequeñas salas en los embarcaderos del río Hudson. Están más cerca del Meatpacking district, el barrio de la moda por excelencia, pero sus nuevos escenarios tienen un aforo muy limitado. "Yo lo prefiero así, mis prendas son para verlas de cerca", comenta Josep Font, pero el público no piensa lo mismo. Por primera vez, ciertos editores, blogueros y periodistas se han quedado sin entrada para algunos shows. Además, la tradicional prensa europea ha sido desbancada por la cada vez más pujante prensa china, que ahora ocupa las primeras filas. Normal. Asia es, por ejemplo, el mayor mercado de DelPozo. Por no hablar de diseñadores experimentales como Hood by Air, que encuentran en el Extremo Oriente la osadía necesaria para hacer rentables sus prendas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.