Sobre la carta de Mas

El excelente editorial de EL PAÍS del domingo, 6 de septiembre, explica las razones que han llevado a sus responsables a la decisión, creo que acertada, de publicar la carta A los españoles que firman el presidente de la Generalitat y sus compañeros de candidatura. La han tomado, se explica, aun a pesar de que la carta o artículo no cumplía dos requisitos exigibles en el periódico: “El mutuo respeto a los pronunciamientos ajenos y una mínima corrección (cuando no calidad) argumental”. Cabría añadir otro, que el texto de A los españoles tampoco cumple: la mínima corrección (cuando no calidad) lingüística. Contiene tres errores gruesos de acentuación, y la frase “que nadie se lleve a engaño” deturpa la locución llamarse a engaño sustituyendo, solo porque se parecen algo, el verbo llamar por el verbo llevar. Acaso a los firmantes no les importe mucho mostrar desconocimiento de la lengua castellana o española, la misma, justamente, a cuyo cultivo esmerado y brillante tantos escritores catalanes han contribuido y contribuyen.— Pedro Álvarez de Miranda. Madrid.

He leído con desagrado el editorial sobre la carta que Artur Mas y otras destacadas personalidades dirigen “A los españoles”. Aunque es cierto que en su contenido no brillaban ni el análisis, ni la dialéctica, tampoco grillaban en la carta que anteriormente había dirigido Felipe González “A los catalanes” y donde, entre otros excesos, se comparaba subliminalmente al nacionalismo catalán con el nazismo, sin que dicha afirmación fuera objeto del más mínimo reproche por parte de la línea editorial de ese diario. El drama de Cataluña no es que algunos se quieran separar. El drama es que los que, teóricamente, quieren unir, no saben unir, porque no se atreven a integrar, y no se atreven a integrar porque cualquier propuesta de pacto en ese sentido sería castigada electoralmente en el resto de España. Eso explica que no exista ninguna propuesta concreta a favor de una tercera vía sobre la mesa. Desgraciadamente, la catalanofobia da réditos electorales en España. Una lástima.— Antonio Cano Alonso. Gavà (Barcelona).