Shamir: “¿No se pasó Taylor Swift del country al pop? Pues yo también”
El éxito fulgurante de este músico de Las Vegas se lo debe a la red que "se lo ha dado todo". No solo su trabajo, sino también "su personalidad"
Suponemos que habrá aprovechado el viaje relámpago a España para salir de fi esta. Porque Shamir Bailey (Nevada, 1994) aún no tiene la edad legal para entrar en los bares de su ciudad, aunque haya nacido y resida en Las Vegas. “En realidad, eso es la nada. La zona de diversión es pequeña, los autóctonos vivimos en suburbios a las afueras. Decir que son aburridos sería quedarse corto”. Lo demuestra en el vídeo Sometimes a man, en el que intercala imágenes de neones y diversión con escenarios semiabandonados y vacíos. “Esa es la realidad de mi entorno”, espeta. Y no se refi ere solo al vídeo. El contraste es, quizá, el rasgo que mejor defi ne, tanto su trabajo (“mis letras son duras, algunas incluso oscuras, pero las acompaño de una base bailable porque no quiero que la gente se deprima conmigo”) como, sobre todo, su identidad.
Para empezar, porque tras la escucha de su primer disco, Ratchet, plagado de ritmos dance naïf y entonaciones agudas, cuesta creer que la formación musical de Shamir esté en el country, un género que cultivó durante más de diez años (a los seis ya tocaba la guitarra) y que le sigue apasionando. “Estoy súper orgulloso de ser un músico de country. Y sigo volviendo a él en algunos de mis temas. ¿No se pasó Taylor Swift del country al pop? Pues yo también, solo que yo lo hice en mi habitación y no se enteró nadie”, bromea.
Para continuar, porque no se siente identificado con nadie o, al menos, con las referencias que a uno le vienen a la cabeza al ver su ropa colorista y escuchar su voz andrógina. ¿Prince? “Sé que me comparan mucho con él. Vamos a ver: no es que odie que me relaciones con alguien de su talla, pero a mí lo que me gusta son The Slits y Tegan & Sara”. O sea, punk femenino de los 70 y folk canadiense. Nada que ver. ¿Look ochentero? ¿Referencias estéticas a Boy George? “En realidad no. Me he pasado la mayor parte de mi vida llevando uniforme, así que cuando pude quitármelo empecé a usar la ropa para expresarme”.
Lo dice mientras se mira las uñas (pintadas de fucsia) y se quita una chaqueta vaquera con parches de leopardo, tachuelas y un dibujo de la Velvet Underground. “¿Te gusta? Me la he hecho yo. Todo lo personalizo. Es que no quiero seguir las tendencias de nadie, ¿sabes?”. No tiene edad legal para votar en su país, pero sí las ideas más claras que muchos de los que pueden hacerlo. Tanto como para proclamarse como un individuo no binario.Se pone serio: “No soporto las categorías de género ni la etiqueta hombre/mujer. Somos mucho más complejos. Somos mucho más que nuestros rasgos físicos”, afirma.“Nos pasamos la vida buscando etiquetas. Yo soy solo Shamir. Eso sí, si mi posición puede ayudar a otros, mejor”.
Lo sorprendente es que, tras argumentar su completa independencia de todo y de todos con envidiable serenidad, se pone nervioso al hablar de su futuro en la música. “Me esperan muchos conciertos en verano, pero no puedo esperar. Quiero irme de gira ya”. Al fin y al cabo, estamos hablando de lo único que él no puede controlar: la fama.
Algo que le ha llegado más de sopetón que gradualmente y que le ha valido desde un largo perfil en el New Yorker antes de sacar disco hasta ser elegido para poner música a la campaña del primer smartwatch de Android. Un éxito fulgurante que se gestó en su habitación de adolescente suburbial, con un micro y wifi . “La red me lo ha dado todo. No solo mi trabajo, también mi personalidad. Recuerda que crecí en medio de la nada. Si soy quien soy es porque he encontrado mis gustos y mis afi ciones allí”. Además de ser muy activo en las redes mantiene un Tumblr privado en el que cuelga de todo. “Es mi forma de mantener la independencia como artista”, subraya. Ya lo dijo (antes que nadie) esa Biblia de tendencias juveniles llamada Rookie Magazine: “Vivimos entre una avalancha de novedades, pero la única verdad real se llama Shamir”. Imaginaos, entonces, cómo será cuando tenga edad para votar.
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