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SANIDAD

Otro Alpe d’Huez para Valentín Fuster

El cardiólogo español pone en marcha un proyecto para convertir la población catalana de Cardona en la primera "ciudad saludable"

El cardiólogo rodeado de niños que participan en el proyecto de ciudad saludable de Cardona.
El cardiólogo rodeado de niños que participan en el proyecto de ciudad saludable de Cardona. Josep Boixaderas

Es posible que, de aquí a unos años, cuando los estudiantes de medicina se adentren en las estrategias de salud diseñadas en el pasado para frenar la epidemia de las enfermedades cardiovasculares, se toparán decenas de veces con el nombre de una pequeña población barcelonesa: Cardona. La razón es que esta villa de 5.000 habitantes, célebre por sus minas de sal y su inexpugnable castillo, es también desde hace años el laboratorio del cardiólogo Valentín Fuster, el lugar donde muchos de los proyectos liderados por el director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) se testan antes dar el salto al resto del mundo.

Entre todas las fechas notables vinculadas a Cardona y Fuster, la de hoy sobresaldrá sobremanera. La razón es la presentación oficial que el cardiólogo acaba de realizar de Healthy Communities, un programa pionero de intervención en salud comunitaria llevado a cabo en la ciudad por la Fundación SHE que preside. Su objetivo es sencillo, pero ambicioso: convertir Cardona en la primera ciudad saludable del mundo. “La idea es desarrollar un proyecto multidisciplinar en base a evidencias científicas, un modelo de promoción de la salud dirigido a toda la población de la ciudad y orientado a generar cambios positivos de conducta que pueda replicarse en cualquier ciudad”, explica el investigador en el jardín de su casa cardonina horas antes del acto protocolario en el que presentará los primeros avances de esta nueva aventura.

El cardiólogo Valentín Fuster en el jardín de su casa.
El cardiólogo Valentín Fuster en el jardín de su casa.Mercè Boixaderas

Del asfalto al laboratorio

No es lo único que estrenará hoy el cardiólogo. A sus 72 años, Fuster, apasionado del ciclismo y avezado escalador de las cumbres más exigentes del Tour de Francia y del Giro, contempla la que bien pudiera ser la metáfora de su vida como científico y humanista: su nueva bicicleta. “Me la ha hecho a mano mi hijo Pau”, explica con una sonrisa de zagal agasajado con el mejor regalo posible para el verano ante la última obra de su polifacético hijo, artesano de bicicletas y músico. “Hoy la probaré por primera vez por las carreteras de Cardona, donde me entreno para subir en agosto los col franceses”, confiesa el cardiólogo, quien, en las próximas semanas, tiene previsto escalar el Col d’Aubisque, puerto de montaña de los Pirineos franceses.

Salud en primera persona

D. R.

El Programa SI!, centrado en la promoción y educación de hábitos de vida saludables en las escuelas, y el Programa Fifty-Fifty, orientado al cambio de conducta en los adultos menores de 50 años, son dos ejemplos paradigmáticos de proyectos que, tras demostrar su idoneidad en Cardona, trascendieron sus fronteras para proyectarse tanto en España como en el resto del mundo: del primero, se benefician ya 75.000 niños en 140 escuelas de España –más de 25.000 en Colombia-, mientras que el segundo programa ya se aplicando en otras siete ciudades españolas (San Fernando de Henares, Cambrils, Villanueva de la Cañada, Barcelona, Molina de Segura, Guadix y Manresa) y en la isla caribeña de Granada.

De lo que no hay duda es del poder de convocatoria de Fuster que, como todo líder de equipo ciclista que se precie, marca el ritmo para que el resto le siga. Sergi Jodar y Sara García, vecinos de Cardona, son dos ejemplos de esa implicación personal. Él, mosso d'esquadra de 34 años, ejerce en el pueblo como Promotor de salud. Ese cometido implica, tras recibir un curso de formación nutricional, psicológica y en pautas de vida activa por parte de la Fundación SHE, asesorar en dichas áreas a cualquier vecino que, atendiendo a la chapa identificativa que luce en la solapa con la pregunta Et puc ajudar? ("¿Te puedo ayudar?"), se lo solicite. Sergi es uno de los primeros sorprendidos de la respuesta del pueblo a la llamada de Fuster. "Yo corro desde los 23 años y, conmigo, no lo hacían en el pueblo más que 4 o 5 personas. Ahora, a media tarde, no es extraño encontrarte en las rutas saludables que se han trazado en el pueblo a grupos de personas que hacen marcha nórdica, pasean el perro o corren", asegura.

Por su parte, Sara, administrativa de 49 años, va camino de convertirse en una de las gregarias de lujo de Fuster: no solo fue una de las primeras participantes en el Programa Fifty-Fifty llevado a cabo en Cardona en 2012, sino que también es una de los 700 vecinos participantes en el Healthy Communities. "Cuando llegué al grupo y me marqué los objetivos que iba a intentar cumplir en los siguientes seis meses, yo era una reciente exfumadora y debía hacer cambios en mis hábitos alimenticios", explica. "Tras el apoyo de los miembros del grupo, no solo he podido desterrar del todo el tabaco, sino que también he logrado mejorar mis hábitos de alimentación y realizar los 150 minutos de actividad física semanales pautados". ¿Un último efecto secundario positivo de su paso por el programa? "No es solo mío, sino de todo el pueblo –bromea- que es convertir las pautas que hemos aprendido en tema de conversación en la vida diaria del pueblo, hasta el punto que, cuando se hace una butifarrada nos miramos y nos decimos, esto no es fifty".

Según Fuster, ejemplos como estos son la evidencia más clara de que un cambio de paradigma es posible en el seno de la sociedad a la hora de asumir, cada uno, su responsabilidad. “Creo que las redes sociales y los cambios en la comunicación de los últimos años –sostiene el científico- han llevado a un grado subjetivo e individualizado de cada uno, la necesidad de tomar una cierta responsabilidad, de convertirse en actor y no en un sujeto pasivo, que en el ámbito de la salud es muy positivo”.

De algún modo, como asegura Fuster, convertir Cardona en una ciudad saludable pionera en el mundo, “donde la salud sea una prioridad”, bien pudiera asemejarse a la ascensión de cualquier cumbre del Tour. “Ha sido una carrera dura hasta llegar hasta aquí, como cuando hace seis años, con el inicio de mi colaboración con el programa infantil Barrio Sésamo, el origen de todo, de Healthy Communities y de otros proyectos desarrollados en Cardona, la respuesta fue un no”, explica el científico. Esa negatividad llegó, “en aquel entonces, del boad de salud norteamericana, quien me dijo que no había tiempo para entrar en salud ni dinero”. Esa respuesta tenía más porcentaje de desnivel que el Mortirolo.

Fuster puso en práctica entonces el consejo que le diera Miguel Echevarri, el entrenador del pentacampeón Miguel Indurain, cuando el cardiólogo le expuso su deseo de iniciarse en la escalada de los puertos de montaña de la Grande Boucle: ante repechos como ese, cuando estés fundido, clava la mirada en el asfalto, aprieta los dientes y no dejes de pedalear. Dicho y hecho. Fuster levantó entonces el teléfono, llamó a su amigo, el magnate Mario Santo Domingo, y le contó su proyecto de educar en salud a los niños. “Al día siguiente tenía un cheque de 5 millones de dólares en mi despacho para empezar a trabajar”, recuerda.

Un buen consejo a tenor de los resultados que el científico volvería a poner en práctica, esta vez sobre el sillín de su bicicleta, cuando escaló el Alpe d’Huez y, “durante diez segundos eternos que no he olvidado nunca”, se dijo “hasta aquí hemos llegado”. “La primera de sus 21 curvas, con un 10,4% de pendiente, es una imagen de la dureza que conlleva el cambio de paradigma a nivel mundial respecto a la salud, a la vez que el reto y la oportunidad que representan iniciativas como este Healthy Communities en Cardona”, asegura el cardiólogo. “En realidad –sentencia el director del Instituto Cardiovascular del Hospital Mount Sinai de Nueva York- la ética del ciclista no es muy distinta de la del científico: si uno confía en sí mismo y en el concepto que defiende, solo queda seguir pedaleando”.

Ciencia y comunidad

Lo cierto es que, atendiendo a los datos, la necesidad de modelar ciudades saludables es más acuciante que nunca. “La epidemia cardiovascular en el mundo es el resultado de la sociedad de consumo en la que vivimos, donde no hay conciencia de la vulnerabilidad y donde las propias ciudades están enfermas”, apunta el investigador, de ahí sus esfuerzos en construir una ciudad “donde la salud sea más que la ausencia de enfermedad para convertirse en el eje vertebrador de un entorno que favorezca a sus ciudadanos vivir en base a estilos de vida más sanos”.

Porque no hay atajos. “La carga social y económica es insostenible para nuestra sociedad”, asevera Fuster, quién utiliza un símil: “Hoy tenemos que la salud es un coche con la ciencia como motor y la educación como la gasolina. Hoy el coche está enfermo por un problema económico. Hemos prolongado la vida a un coste enorme y que como saben todos los economistas no es sostenible. De ahí que esta realidad debe cambiar y solo hay un modo: promoviendo la salud, más que tratar la enfermedad”.

La idea es desarrollar un proyecto multidisciplinar en base a evidencias científicas, un modelo de promoción de la salud dirigido a toda la población de la ciudad y orientado a generar cambios positivos de conducta que pueda replicarse en cualquier ciudad”, explica el investigador

Esa es la esencia de Healthy Communities en Cardona, un proyecto que parte, como le gusta remarcar a Fuster, “desde un sólida y rigurosa base científica”. “La única clave –según el cardiólogo- para lograr algo que no suele ser habitual: que los políticos se lo miren y digan ‘este tipo anda suelto por ahí haciendo estas cosas interesantes’”. Una centella única, diferente, un verso suelto no muy distinto de la belleza del pedaleo elegantemente implacable de Bahamontes cuando, subiendo el Puy de Dôme en 1959, dejó atónitos a Anquetil, Riviere y al resto del pelotón para convertirse en leyenda.

Las primeras pedaladas de este programa se iniciaron en septiembre de 2014, cuando 700 vecinos de Cardona, escogidos aleatoriamente, fueron sometidos a un diagnóstico de su salud a través de una exhaustiva encuesta. El análisis de esos parámetros y la comparación de los indicadores del programa con los datos locales, autonómicos y estatales, permitirán a Fuster y a su equipo valorar –a corto-medio plazo en el año 2017- el impacto real de la intervención en el año 2020. Esta última fecha no es azarosa: Healthy People 2020, en los EE UU, y Horizon 2020, de la Comisión Europea, establecen ese año como horizonte para afianzar diversos objetivos de promoción de salud y prevención de enfermedades.

Nuevos retos

Con la presentación del trabajo realizado hasta ahora en Cardona y las líneas maestras para convertir esta población en un referente de las ciudades saludables a nivel mundial, en el palmarés científico de Fuster luce un nuevo Alpe d’Huez. Pero como él insiste en subrayar, no es el final de un camino. En realidad, es un col más de esos que los escaladores de montaña del Tour ascienden solo para mirar desde las alturas el siguiente. “En estos momentos me ilusiona sobremanera el proyecto que estamos desarrollando en el barrio neoyorquino de Harlem, un estudio en el que están concentrados los últimos seis años de trabajo realizados en Cardona y que tiene como protagonistas a 600 niños de este barrio”, apunta el cardiólogo, que no olvida la asignación -ahora sí- de cuatro millones de dólares que la American Heart Association ha aportado para llevarlo a cabo.

“Esto es clave porque nos permitirá poner el foco en la familia como pieza clave para asegurar a través de la educación una mejor salud cardiovascular”, explica el investigador mientras acaricia la piel plateada de su nueva bicicleta y aprovecha para confesar su meta sobre el sillín: “Mi objetivo es, a los 80 años, subir el Tourmalet”. Palabra de escalador.

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