“La música llega mejor que un discurso político”
Tiken Jah Fakoly presenta su disco “Dernier Appel”, una llamada a la integración africana El marfileño, impulsor de la educación como arma de desarrollo, actúa en La Mar de Músicas
La voz de Tiken Jah Fakoly suena grave y con un punto adormilado al otro lado de la línea telefónica. El músico marfileño (Odienné, 1968) habla desde París, donde se dedica a la promoción de su nuevo trabajo discográfico, Dernier Appel (Universal Music, 2014), el décimo de su carrera. Desde allí también organiza su gira, que le subirá al escenario de La Mar de Músicas el próximo 17 de julio en Cartagena (Murcia). Comparte cartel, entre otros, con Jimmy Cliff, Asian Dub Foundation, Toumani y Sidiki Diabaté, Quilapayún o Lila Downs.
Define el álbum como una llamada a la integración y a la unidad de los africanos y pone el ejemplo de Estados Unidos, un país fuerte, en su opinión, por ser la suma solidaria de 50 estados. “África es débil porque somos 54 países pequeños, cada uno en su esquina”, afirma suavemente. Confiesa también que se decantó por el reggae para poder pasar más fácilmente el mensaje del África menos conocida, la que no tiene que ver con la guerra, el hambre, el lado malo de la vida. “Utilizo mi música para hablar también de lo positivo”, precisa.
Tiken Jah Fakoly tiene un físico poderoso, propio de un guerrero malinké: a sus 47 años, la hirsuta barba blanca contrasta con su piel de color cacao y sus rastas desordenadas y se le ve crecido, denso, sobre los escenarios en los que mezcla diula y francés para repetir consignas panafricanistas, anti-imperialistas, anti-racistas y hasta feministas. Sin embargo, la voz que cruza la distancia entre Francia y España morosamente, casi desperezándose, apenas se altera. Escucha las preguntas en silencio, responde con amable brevedad y se atiene al cuarto de hora pactado de antemano.
El tono se le enciende un punto cuando aborda el tema de la educación, que es —también en su opinión— lo que puede cambiar realmente el mundo. No en vano, ha puesto en marcha el proyecto Un concierto, una escuela, con el que ha abierto, en sólo un año, cinco colegios repartidos entre Burkina Faso, Níger, Costa de Marfil y Mali. Prevé abrir próximamente dos escuelas más, en la República de Guinea que acaba de superar el ébola y Camerún. “Quiero mostrar la importancia de la educación en los países en vías de desarrollo”, manifiesta. “La escuela es un instrumento que despierta, así que me consagro al objetivo de pasar el mensaje de su importancia”.
Arte y política
La carrera de Tiken Jah, como le conocen sus admiradores, está ligada a un compromiso político y social claro y eso le ha hecho pagar un precio: el exilio durante la dictadura de Robert Gueï en Costa de Marfil, en el año 1999, o más recientemente, a finales de junio, la expulsión de Kinshasa, donde estaba previsto su concierto en el marco del Jazz Kiff 2015, por el gobierno de Laurent Kabila. Fakoly no rehuye las preguntas de tipo político y las responde de manera concisa, con firmeza. Habla igual que canta, los mensajes son los mismos. África tiene que salir adelante por sí misma, los dirigentes no pueden eternizarse en el poder, África debe unirse, África avanza.
“Es cierto que a nivel económico y a nivel democrático avanzamos”, declara. “La sociedad civil se espabila. Nos encontramos en un proceso normal. Después de 52 años de independencias, necesitamos tiempo. Nuestra mentalidad no es la de nuestros padres o la de nuestros abuelos. Los jóvenes también están en un proceso, como ha sucedido en Burkina o la República Democrática del Congo. Están listos para el cambio, aunque el poder pretende asfixiarlo, y se manifiestan contra una tercera legislatura. Queremos dos mandatos presidenciales, como aquí, en Francia o en España. Si un presidente se queda en el poder tres, cuatro o cinco legislaturas, los demás candidatos no tienen la posibilidad de gobernar. Nos expulsaron de Kinshasa por nuestra posición al respecto. Había expresado en Internet mi apoyo a los jóvenes de Burundi que luchan hoy contra estas prácticas y también a los congoleños. Teníamos los visados y los papeles en regla para entrar al país”.
Tiken Jah Fakoly vive actualmente a caballo entre Francia y Mali. A la parte más oscura de la política francesa en relación con sus colonias africanas le dedicó un álbum, Françafrique (2002), con una canción homónima en la que les responsabilizó directamente de la situación de inestabilidad en países como Gabón, Angola o Ruanda. El disco se publicó poco antes de que una rebelión se desatara en su país, dividiéndolo durante casi diez años y desembocando en una reciente guerra. La pegadiza canción, que tuvo que promocionar fuera de su país, exiliado de nuevo, no mencionaba —curiosamente— las injerencias francesas en Burkina, Mali o la propia Costa de Marfil.
Hoy, Fakoly no es tan combativo frente al gobierno galo. “François Hollande dice abiertamente que es necesario respetar la Constitución, algo que no se veía antes en los gobiernos franceses”, justifica. “Los dirigentes africanos podían pasar 30 años en el poder gracias al apoyo de Francia”. En el caso de Mali, opina que el país intenta escribir su propia historia, a pesar de dificultades como acuerdos de paz que no son respetados por algunas partes, y que “los malienses deciden por sí mismos”. “Países como Francia y España también han tenido problemas para llegar a su situación de hoy”, recuerda, antes de recetar más tiempo y paciencia. Sobre las relaciones entre África y Europa, es categórico: las dictaduras, el desempleo y la falta de oportunidades y soluciones empujan a muchos africanos a la migración, pero es necesario quedarse en el continente. “Los jóvenes deben quedarse para hacer posible el cambio”, subraya. “Si nuestros padres se hubieran ido, las cosas tampoco habrían cambiado”.
Tiken Jah Fakoly predice que las elecciones presidenciales de octubre en su país, Costa de Marfil, no tendrán un balance como el del 2010, con 3.000 muertos según la ONU y dos inquilinos en el Tribunal Penal Internacional por el momento. Opina también que el proceso de reconciliación se irá cimentando con el tiempo. “Lo países que conocen la guerra no solucionan sus problemas en un día. La prioridad ahora es que Costa de Marfil avance, por nuestros hijos y nuestros nietos. No podemos pararnos a arreglarlo todo antes de las elecciones. Probablemente sean unas elecciones algo turbulentas, como sucede a veces en los países africanos. Pero será mejor que en 2010. No vamos a matarnos como lo hicimos entonces”.
La política, en su caso, no se limita a elecciones y presidentes a perpetuidad: se ha apuntado a causas como la lucha contra la mutilación genital femenina, la desertificación o el expolio del continente africano por parte de las multinacionales. De nuevo, cantando lo mismo que dice y diciendo lo mismo que canta.
Señala que el reggae cambia en función del país y del continente en el que se hace y que la particularidad del reggae africano puede ser que se añaden instrumentos tradicionales. En su caso, también se pinta con idiomas del continente y temas específicos que afectan a sus habitantes. Y funciona bien. “Es la magia del reggae”, concluye, con la misma placidez en la voz, que siempre suena más áspera y quebrada cuando le ponen música de fondo.
“La música tiene un papel fundamental. El mundo comprende cosas a través de ella. Bob Marley jugó un papel fundamental también, dando a conocer en todo el mundo una isla pequeña, Jamaica, con un mensaje que se expandió universalmente. La música llega mejor que un discurso político. Sobre todo el reggae”.
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