Encíclica
Nuestro aporte al cuidado del ecosistema es, aunque involuntario, aniquilador. Y tiene lugar a lo largo de todo el año
Los argentinos somos gladiadores de los principios que proclama la Laudato si, la encíclica del Papa que hace foco en la cuestión ambiental y que recomienda, entre otras cosas, no prender la calefacción, reducir el consumo de agua, apagar las luces que no se utilicen, cocinar sólo lo que se va a comer y moderar el uso del aire acondicionado. Sucede que, desde hace tres años, los cortes de luz en estas pampas se volvieron cotidianos, y, como se sabe, sin luz no hay agua, ni calefacción, ni aire acondicionado, ni refrigerador, y, por tanto, no se puede cocinar más que lo que se va a comer. De modo que nuestro aporte al cuidado del ecosistema es, aunque involuntario, aniquilador. Y tiene lugar a lo largo de todo el año. Si hasta 2014 los cortes se producían sólo en el verano, ahora las redes colapsan también en invierno. Así, apenas la temperatura supera los 28 o baja de los 6 grados, mi barrio se queda sin luz durante quince horas; mi amiga Teresa, que vive en Avellaneda, tres días; sus hijos, que viven en Florencio Varela, ocho; mi amigo Tomás, que vive en Almagro, tres. Las empresas de energía dicen que se trata de casos puntuales. Los casos puntuales son miles, pero, más allá de eso, ¿es un argumento razonable —o legal— en un país cuyos gobernantes se proclaman defensores de las minorías? El Gobierno, de todos modos, no ve en eso contradicción alguna, acepta con mansedumbre el argumento y se aboca a explicarnos que esto no tiene nada que ver con una crisis energética, sino con que nos va bien: como tenemos más dinero, nos dice, compramos más calefactores y aires acondicionados, los usamos y la red explota. En definitiva: que lo tenemos merecido. Por exitosos. Y yo, cada vez que se corta la luz, me digo que sí, que nos lo debemos tener muy merecido.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.