La luz del sol, al alcance de la mano
Dos estudiantes ganan un concurso con el diseño de una lámpara de energía sostenible
Empujar las fronteras de un futuro sostenible para la energía, imaginar otras maneras de iluminar la vida de millones de personas sin acceso a la red eléctrica (más de 1.300, según datos del Banco Mundial), y crear vínculos a través de la luz. Esa era parte de la idea, y dos estudiantes argentinos se imaginaron qué suponía para ellos tener luz y poder compartirla con los suyos.
Mariana Arando (22 años) y Luca Fondello (23), alumnos de Diseño Industrial en la Universidad de Buenos Aires, son los ganadores del concurso internacional Natural Light, organizado para celebrar el 75 aniversario de la compañía danesa VELUX junto con el proyecto Little Sun de lámparas solares, liderado por el artista danés Olafur Eliasson y el ingeniero Frederik Ottesen. El reto, en el que participaron 172 proyectos de jóvenes de todo el mundo, consistía en la creación de una lámpara sostenible, y en llamar la atención sobre el problema de la energía. 29.000 unidades se producirán a partir del prototipo de Arando y Fondello, y 14.500 serán distribuidas en Zimbaue, Zambia y Senegal a finales de 2015 y principios de 2016 a través de una red de emprendedores locales.
Arando y Fondello se unen a un futuro energético ligado a la luz transportable y sostenible y sus voces suenan entre alegres y emocionadas a través del teléfono. Para su diseño pensaron en cómo la luz supone una manera de hacer comunidad; y las imágenes de las ramas de una fogata o cómo se ensamblan los eslabones de una cadena. La lámpara, provista de un pequeño panel solar, se puede enganchar con otras hasta formar artefactos mayores y así ser más potente. Que fuera funcional era una de las prioridades, “sacar el mayor provecho de la LED [diodo emisor de luz]”, explican los diseñadores.
Arte, belleza, un mundo sostenible y el poder
Olafur Eliasson cree en la belleza como forma de poder, y quería que Little Sun fuera "deseable y creativa", que inspirara a aquellos que la usan. Diseño, belleza, funcionalidad, servicio, van de la mano sin contradicciones para el artista. "La mayoría de ideas hacia el sector más pobre de la población mundial no tiene la estética en cuenta. Creo que el diseño importa a todos y uno bueno no tiene por qué ser caro", explica Eliasson. "Las personas que utilicen Little Sun no son receptores de ayuda, sino individuos con un deseo de belleza en sus vidas, como todos los demás. Al hacer arte siempre pienso en cómo transformar una idea en acción. Un problema con la aproximación tradicional a los asuntos sociales es que se pone mucho más énfasis en hablar y no en hacer, en actuar. Para mí, el arte tiene que ver con la conexión entre el pensamiento y los hechos para cambiar las cosas". Con Little Sun, Eliasson y Ottesen buscaron unir las emociones —para su diseño pensaron en las mujeres y en los niños etíopes— y "elevar los estándares de tecnología de este tipo de productos", dice Ottesen.
"El arte tiene que ver esencialmente con introducir la autocrítica y, cuando tiene éxito, en ayudar a la gente a reconsiderar sus hábitos. Puede inspirarlos para que cambien sus principios. Creo que Little Sun crea un lazo emocional con este debate: el sentimiento de ser capaz de acceder a la energía solar […] Tiene que ver con la autoestima que procede de sentir que tienes recursos y eres poderoso". Eliasson habla de "un sentimiento liberador" el que nace de poseer la energía "y recolectarla como una moneda". "Al usar este sol almacenado después de que oscurezca puedo iluminar los libros de texto, cuidar a mi hijo o tener la tienda abierta unas pocas horas más, y me libero…"
El jurado, compuesto por Eliasson, Ottesen y la diseñadora española Patricia Urquiola, entre otros, ha destacado “la idea simple y poética que subyace… Cuenta una historia cautivadora sobre la habilidad de la luz de crear espacios sociales”.
Idea de comunidad
El modelo debía tener características tales como la respuesta eficaz a las necesidades esenciales de las personas en cualquier parte del mundo, un peso inferior a los 300 gramos y un coste de producción que no excediera los cuatro euros. Además de su capacidad de apelar de manera global, a personas de lugares sin electricidad; o con ella.
La idea de comunidad fue la que rondó a Eliasson hace cinco años, la de “una antorcha o fogata global”, cuando discutía con su amigo Fredrik Ottesen sobre un proyecto relacionado con la energía solar. Mientras, iba atardeciendo. El artista, famoso internacionalmente por obras que llaman a la emoción y obsesionado por la luz, concluyó con Ottesen en que “todos deberíamos ser capaces de portar un poco de sol en nuestras manos” y debatieron sobre qué sentimientos produciría ser copropietarios del sol. “¿Cómo se siente una persona cuando tiene energía? ¿Cuál es la relación entre la energía y la autoconfianza?”, se pregunta Eliasson vía correo electrónico. El paso de la idea a la acción fue inmediato. El danés recuerda que la luz es vida y determina nuestras acciones. La tecnología y el arte se aliaron para crear Little Sun, una lámpara que asemeja un pequeño sol, —como su nombre indica— o una flor, y que posee un panel que, expuesto durante 5 horas es capaz de dar de cuatro a 10 horas de luz dependiente de la intensidad elegida y que ya ha llegado a 500.000 personas y creado una red de 70 jóvenes empresarios en Zimbaue, un país con un 65% de paro juvenil, como cuenta el ingeniero Ottesen. En dos años ahorran el 90% de la inversión que antes hacían en el pernicioso queroseno y la compañía ya cuenta con 16 personas en Berlín.
Para Ottesen, convocatorias como Natural Light son muy necesarias. “Los jóvenes son los mejores, y las mejores soluciones vendrán de ellos; ven el mundo con ojos limpios”. El ingeniero recalca la urgencia de resolver el problema de las emisiones de CO2 y que jóvenes talentos piensen sobre ello. La idea de Arando y Fondello, dice, llama a esa vocación global, dado que se trata de un producto fácilmente comprensible “en su lenguaje y en su uso, muy coherente”, que puede estar en cualquier lugar del mundo. Acciones simples o tareas domésticas y cotidianas se hacen complicadas, caras, y perniciosas para la salud —la inhalación del humo de una lámpara de queroseno equivale a haber fumado 40 cigarrillos en un día, según la organización SolarAid, líder en la provisión de energía solar en África—. Alrededor de 400.000 personas, solo en el África subsahariana, mueren por los efectos de este derivado del petróleo
Retos para el futuro de la luz
La pobre calidad de algunos de los productos de energía solar que sustituyen a la red eléctrica es uno de los retos que hay que asumir, afirman fuentes del programa Lighting Africa, compuesto por el IFC (Corporación Financiera Internacional en sus siglas en inglés) y el Banco Mundial. Responsables del programa, activo en 12 países de África, y que ha contribuido al acceso a la luz de 35 millones de personas en ese mismo continente, aseguran que la financiación y los costes iniciales son otros de los obstáculos para animar al uso de energías alternativas. Iniciativas como Lighting Global sirven de alarma para detectar los productos de baja calidad, ya que una de sus misiones es la de examinar las ofertas en el mercado, de acuerdo con unos estándares: la durabilidad, el tiempo de garantía, o la calidad del sistema son algunos de ellos. Llegar a los lugares remotos que pertenecen a la conocida como última milla donde no hay corriente eléctrica y "donde incluso los planes más ambiciosos para que llegue tardarán décadas" es otra dificultad.
Cada uno de los países debe enfrentarse a distintos desafíos. En Burkina Faso, por ejemplo, según datos de Global Lighting, aunque cerca del 50% de la población está conectada a la red eléctrica, solo un 1% de los habitantes de las zonas rurales lo está. La red de Ghana es bastante extensa (82% en las ciudades, 38% en las poblaciones rurales) pero los apagones son extremadamente comunes así que los índices de conexión “no cuentan la historia completa”. En Liberia y Sudán del Sur la red eléctrica solo llega al 1% de los hogares en el campo y al 7% y 5% en zonas urbanas, respectivamente.
Es esencial disponer de la información adecuada sobre las opciones disponibles para iluminar los hogares. El profesor Evan Mills, fundador del proyecto Lumina del Lawrence Berkeley National Laboratory de la Universidad de California —dependiente del Departamento de Energía del Gobierno de Estados Unidos— ha sido pionero desde 1994 en la identificación tanto de los déficits de calidad de los productos solares como en cuantificar el impacto medioambiental de la iluminación fuera de la red eléctrica. Mills es el impulsor de la comunidad online LuminaNET, que agrupa alrededor de 730 personas de 72 países y que sirve para facilitar el aprendizaje y el intercambio de información sobre energías alternativas en los países en desarrollo.
Entre los últimos avances para iluminar los lugares de África a los que no llega la corriente eléctrica, explican fuentes del programa Lighting Africa, están sistemas solares para el hogar “no más grandes que un maletín” que servirá como generador de energía para ventiladores televisores o radios o cargar teléfonos móviles, un sistema de comunicación, indican en el programa, que es particularmente importante en muchos países africanos, como manera esencial de comunicación pero también para realizar transacciones financieras.
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