“La ONU no se rinde jamás”
El director de Sanidad de la UNWRA denuncia la nula accesibilidad a muchas comunidades
Desde hace tres años, Akihiro Seita tiene la responsabilidad de supervisar y coordinar los casi 150 centros sanitarios que dependen de la ONU en Oriente Próximo. Siria, Jordania, Líbano, Gaza y Cisjordania son los cinco territorios en los que el equipo de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNWRA, por sus siglas en inglés) tiene presencia desde su nacimiento en 1949. La función principal: atender a los cinco millones de refugiados palestinos que hay en la región y que, desde hace cuatro años, huyen del conflicto principalmente de Siria hacia Líbano y Jordania. El doctor Seita participó a principios de mes en los Días del Desarrollo organizados por la Comisión Europea y mantuvo una charla con EL PAÍS.
"Nunca nos rendiremos", repetía una y otra vez el japonés. "La máxima de la organización es no rendirse jamás", insistía con una fuerte y ancha sonrisa que le cerraba los ojos. Seita acababa de regresar de Damasco (Siria) donde el recrudecimiento del conflicto entre las fuerzas de Bachar el Asad y las milicias islamistas suníes afines al Estado Islámico ha destapado las "enormes dificultades" de los trabajadores en el terreno. El mayor obstáculo es la "nula accesibilidad" a las comunidades, resaltó el doctor graduado por la Universidad de Kochi, en Japón, que sin embargo desveló que durante el pasado abril la UNWRA consiguió entrar en el paupérrimo campo de Yarmuk hasta 11 veces. "Normalmente, llegamos hasta la puerta y los refugiados [ellos estiman que hay alrededor de 18.000] se acercan", relató.
La gente no ve el futuro. No hay esperanza de vida Dr. Akihiro Seita, responsable de Sanidad de la UNRWA
Para Seita, la seguridad de sus empleados (unos 800) es el desafío número uno. Explica que mientras antes de 2011 en las ciudades sirias como Homs y Alepo entraba un convoy cada tres meses, ahora solo lo hace cada seis. "No es imposible, pero sí muy difícil", exclamó.
El director de Sanidad —que junto con Educación y Emergencias es uno de los pilares básicos de la organización— explica que las dos enfermedades más extendidas durante los últimos 20 años en la región son la diabetes y la hipertensión. "La malnutrición lleva a la población a comer muchas sales y mucho azúcar provocando altos niveles de diabetes", explicó para luego admitir que la permanente "situación de inseguridad" en Oriente Próximo, también contribuye a la hipertensión y a la generación de problemas cardiovasculares. "La gente no ve el futuro. No hay esperanza de vida", se lamentó.
Por ejemplo, en Siria, donde la organización solía tener 23 centros de salud, ahora ya solo hay 11 operativos. "Hemos cerrado muchos centros porque no llegan las provisiones desde la capital. Otros han sido destruidos" por una guerra que cumple ya cuatro años. En Líbano, en cambio, el problema es la sobredemanda de asistencia "por los refugiados palestinos que huyen de Siria". Allí, además, "están muy marginados". Seita relató cómo el rechazo social de los refugiados palestinos en Líbano desemboca en serios "problemas de salud mental".
Por eso mismo, la UNWRA, que se financia a través de donaciones, está desarrollando un sistema de médico de familia para que los refugiados "se sientan más cómodos" y, sobre todo, para que sea un médico el que "siempre" analice a los mismos pacientes. "Vamos introduciendo la idea de médico de cabecera", explicaba orgulloso.
El doctor prefirió no pronunciarse sobre el futuro, pues la situación es "absolutamente desastrosa". Pero sí advirtió de que en el momento en el que las condiciones de seguridad "lo permitan", reabrirán todos sus centros y seguirán apoyando a los refugiados palestinos en Oriente Próximo.
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