Sobre la fotografía instantánea
Convertidos todos en turistas permanentes, a nadie le da el más mínimo pudor andar fotografiando todo, todo el tiempo
Los niños, cuando no odian la fotografía, la desprecian con sana arrogancia. Si se les pide posar para un retrato, o bien dejan traslucir su rabia, o bien fingen cínicamente una sonrisa. Si por el contrario se les concede libertad para hacer lo que quieran mientras se les toma la foto, se deforman en muecas porcinas, sacan la lengua, se contorsionan como epilépticos, ensayan actitudes en general antisociales. Los adultos, en cambio, le profesan al instante documental de una fotografía una reverencia casi religiosa. Adoptan gestos solemnes, sonríen con esmero; miran al horizonte con vanidad patricia, o directo a la lente con intensidad de estrella de porno. Ni hablar de un adulto en todas sus facultades tomándose una selfie: no hay nada más descorazonador para el futuro de nuestra civilización. Los adultos posan para la eternidad; los niños para el instante.
¿Qué hacer en un mundo en donde Instagram tiene ya más de 300 millones de usuarios? ¿Qué hacer con el hecho de que la fotografía se ha vuelto una práctica tan socializada que, convertidos todos en turistas permanentes, a nadie le da el más mínimo pudor andar fotografiando todo, todo el tiempo? Para empezar, hay que andar por la calle con mucho cuidado. Cualquier despiste y la persona que va caminando enfrente de ti se detiene repentinamente a tomar una foto y te estampas contra ella. Pero también valdría la pena recordar que la fotografía rebana el tiempo –y una foto es una rebanada que le robamos a la experiencia–. Fotografiar es refractar la experiencia, es interrumpirla, quebrarla. Si se pudiera representar la vida de una persona como un gran continuum, a través de una especie de electrocardiograma existencial, las fotografías de la persona serían huecos, hiatos, vacíos en esa gráfica. Si usted le teme a los soplos y arritmias metafísicos –como sería lo natural–, hágase un favor: diga no a la fotografía instantánea.
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