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LA PARADOJA Y EL ESTILO
Columna
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Va de culo

Mientras en el Met unas estrellas acudían a Fuman Chú como referencia otras optaron por volverse jarrones Ming, estratégicamente desnudas y vestidas a la vez

Boris Izaguirre
Donatella Versace y, a la derecha, Jennifer Lopez, a su llegada a la gala del Met en Nueva York.
Donatella Versace y, a la derecha, Jennifer Lopez, a su llegada a la gala del Met en Nueva York.TIMOTHY A. CLARY (AFP)

Hay eventos que se convierten en míticos ante nuestros ojos. Es lo que ha sucedido este año en la escalinata del Museo Metropolitano en Nueva York. Esta primavera el Instituto de Moda del citado museo ha travestido un evento social en un acontecimiento sociológico. Desde hace más de 30 años, esta gala inaugura una exposición volcada a un diseñador o a una etapa histórica en la moda. Pero este año se ha transformado en un desfile del lujo, la exuberancia y quizás de la creatividad más desnortada, algo que todos consumimos como si fuera un fascinante circo.

El tema de la exposición era China a través de un espejo, una clara demostración que la nueva y pujante China comunista es la mayor consumidora de glamour, marcas y lujo del planeta. Mientras unas estrellas acudían a Fuman Chú como referencia otras optaron por volverse auténticos jarrones Ming, estratégicamente desnudas y vestidas a la vez. Y como siempre sucede con la moda se creó la tendencia y el escándalo. Beyoncé, Kim Kardashian y Jennifer Lopez decidieron ajamonar la mayor competencia de culos en el hemisferio occidental, algo todavía inalcanzable todavía en el oriente. A unos les resulta una tortura china la vulgar combinación de encaje y piel apretada. A otros les vigoriza. Con la que se montó en España cuando Carla Bruni y Letizia Ortiz ascendieron por las pequeñas escaleras de Zarzuela, la imagen de las nuevas tres gracias, Beyoncé, Jennifer y Kim, viene a decirnos que en América todo es más grande, más arriba, más ceñido y a otra escala. Más allá de las transparencias y jirones también pudimos constatar que la moda internacional y sus clientes todavía observan a China como algo misterioso. Una combinación de 50 sombras de Grey con 50 Días en Pekín. JLo y Donatella Versace posaron cogidas de la mano, confirmando la llegada de la avanzadilla zombi chic. O una nueva Pandilla Basura. Y es que a la moda nunca le gusta encorsetarse en una sola tendencia, prefiere o devora la acumulación de varias. En la escalera del Met hubo culos vivos y zombis a medio vestir, quizás escapados de las torturas de Fuman Chú o quizás como alegoría de la escasa libertad de expresión en China.

De izquierda a derecha: la estrella de la televisión Kim Kardashian y las cantantes Beyoncé y Jennifer Lopez, a su llegada a la gala del Met.
De izquierda a derecha: la estrella de la televisión Kim Kardashian y las cantantes Beyoncé y Jennifer Lopez, a su llegada a la gala del Met.gc images / afp

Madonna, que es siempre la más cerebral de las celebridades, no se decantó por las transparencias, ella ya lo hizo antes de que JLo supiera hablar inglés, sino por una suerte de traje-capa Vampirella con inscripciones achinadas. Como buena zombi, Madonna solo se dejaba fotografiar junto a otras zombis del colágeno y persiguiendo esa provocación lésbica de la cual ella es casi una pionera. JLo y Donatella la imitaron. Puede entenderse como poder femenino. O el hecho de que hoy, en la moda, humor y horror van de la mano.

La escalera del Museo Metropolitano no ha sido el único evento de la semana. No sería mala idea que en los Parlamentos autonómicos se dedicaran un rato a risas y charleta comentando los modelos, para evitar momentos políticos tan horrorosos como el bullying al que fue sometida la portavoz de Podemos en el Parlamento andaluz. Lo más tranquilizador que le espetaron fue “Cállate ya, bonita”. Sospechamos que si Teresa Rodríguez pudiera aparecer con uno de los trajes de la escalera del Met, a esos parlamentarios machistas se les helaría la sangre. La moda a veces incomoda pero siempre abre y cierra bocas. Y bolsillos. Y aunque la todavía no presidenta, Susana Díaz, habrá sentido que tenia que hacer un gesto y optó por librarse de las medias que usaba incluso bajo el sol más justiciero de Sevilla. Pero no es suficiente, Susana, ahora habría que corregir esa conducta cuartelaria de tus compañeros.

También pareciera que los de Podemos, quizás porque son una tendencia nueva, quizás porque el aparato institucional se esfuerza en hacerles bullying de todo tipo, deberían ascender por la escalera del Palacio de San Telmo, sede del Parlamento andaluz, en plan thriller.

Quizás algún día en el Met organicen una gala sobre España vista a través de sus cuentas en Suiza y a ver qué tipo de transparencias se llevan en la escalera. Y, sobre todo, quienes nos representarían, porque los representantes serían muchos y variopintos. Hay de todo, políticos, deportistas, celebridades A, B, C o Z. Una infanta, dos tesoreros, tres exministros, 40 exalcaldes.

Es necesaria mucha seguridad en esa escalera para defender esas pintas. Además ahora, con el feísmo, se está poniendo de moda arrojar comida a las personas públicas. Al cantante Adam Levine, uno de los varones más guapos de la televisión americana, le arrojaron un paquete de harina. Y a Nicolás Maduro le lanzaron un mango en mal estado durante un discurso en Caracas, según numerosas cuentas de Twitter venezolanas, donde la red social es como un canal de televisión. Y a Cristina Cifuentes, que como Díaz es probable que tenga que gobernar en compañía de alguien no tan bien vestido como ella, se le escapo lo de que en su partido no es que hubiera manzanas podridas sino melones podridos, casi sugiriendo un nombre de banda a algún retoño de Luis Bárcenas o de Rodrigo Rato. El hecho es que en términos de frutería, comer alimentos podridos podría dejarte el cuerpo preparado para uno de esos Versace zombi chic de la escalera del Met o del Parlamento. Eso sí, con un buen culo.

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