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VÍDEO: Cinco idiomas con Natasha Yarovenko

La actriz que protagonizó la 'Habitación en Roma' de Medem y hoy aún defiende la serie 'Alatriste' recuerda sus orígenes

Natasha Yarovenko es menos alta de lo que uno espera por las fotos. Y eso es bueno, porque tiene porte de maniquí de pasarela, pero no ese aspecto de flamenco rosa metido dentro de la piel de un ser humano que poseen la mayor parte de las modelos. A pesar de su presencia espectacular, frente a ella uno no se siente como si no perteneciera a la misma especie, algo que pasa la mayor parte de las veces que un homo sapiens se enfrenta a uno de esos seres con el físico que tendría un extraterrestre venido de un planeta en el que la gravedad es tres veces menor que en la Tierra.

Además, esos cinco centímetros de menos dan un tremendo aplomo a los movimientos de una persona que de por sí desprende seguridad en sí misma. Ucrania de Odessa, a Yarovenko lo mismo es posible imaginarla enamorando a un duque en un refinado baile de la corte zarista como amamantando a su hija en las barricadas de Stalingrado, mientras con la mano que le queda libre dispara su fusil contra las tropas de asalto nazis.

Barcelona se parece a Odessa. Las dos son ciudades a la orilla del mar, y las dos son cosmopolitas

Y sin embargo, está mujer de 31 años que parece cualquier cosa excepto frágil, pide nada más sentarse a contestar la entrevista que se la trate con cuidado porque dice sentirse “muy sensible”. Ante la cara de sorpresa del interlocutor, aclara esa afirmación. “Debes entender que he dado a luz hace pocos meses, y cuando la mujer da a luz se vuelve muy instintiva, muy sensible. Es muy animal y muy poco cerebral. Para mí es muy raro. Yo, que siempre he sido lo contrario. Sufría de tanto pensar y ahora tengo la sensibilidad a flor de piel”, calla y suelta una carcajada. “Estoy muy feliz. La niña es muy divertida. Estoy contenta de no haber sido madre antes. En mi país se tienen hijos muy pronto y yo siempre quise ser madre, pero supe esperar y ahora soy una madre consciente”.

Creo que [la serie 'Alastriste'] era un producto de calidad. Jamás en mi vida he mantenido una relación con el reparto tan cercana

Esa maternidad prudente le llevó por ejemplo a elegir México para dar a luz y residir allí los primeros meses de vida de su hija. “Sigo en México. Me he mudado solo una temporada. Fui porque tenía la ilusión de que los primeros días de mi hija fueran en la naturaleza. Fui a Tulum, es un un sitio paradisiaco, donde no necesitamos ropa ni zapatos. No quería meterla en un apartamento. Creo que el parto es algo muy natural. Quería dar a la luz en un sitio en el que hubiera contacto con la tierra”. Yarovenko practica la meditación trascendental, una disciplina con origen en India, creada en los cincuenta por el Maharishi Mahesh Yogi, traída a occidente por los hippies y popularizada por los Beatles. “Es mi pasión”, dice, y explica que le interesa hasta el punto de que cuando en 2012 la reclamaron para rodar Aftershock, una película chilena de terror, estaba inmersa en un curso en Onenes University, un centro de meditación regido por un conocido gurú llamado Sri Braga situado a unos 70 kilómetros de Chennai (la antigua Madrás), en la costa del Oceano Índico. “Es un lugar para retirarse a crecer. En ese momento estaba haciendo un curso de un mes. Lo he hecho varias veces. De hecho, es lo único de la India que conozco. Me gusta porque cada vez descubro más y más de mi ser y del universo. Creo que gracias a la meditación podemos llegar a un lugar donde no haya sufrimiento. Es difícil, pero está en nuestro interior, y podemos lograrlo”.

Ha llegado con su hija y su suegra en taxi a la sesión. Ha decidido comenzar con la entrevista antes que con el maquillaje para las fotos, y mientras responde, la madre de su pareja da un paseo al bebé por los alrededores de una lonja reconvertida en estudio fotográfico que parece poseer la cualidad de potenciar la temperatura exterior. En verano esto debe de ser un horno, pero estamos en invierno y si en las calles de Madrid hace un frío considerable, en el interior del local hay varios grados menos.

Natasha Yarovenko viste un body de punto de Chanel. Si la piel tiene este efecto mate, pero luminoso, es debido a que hemos aplicado el tono número 30 de los polvos compactos Les Beiges, de Chanel
Natasha Yarovenko viste un body de punto de Chanel. Si la piel tiene este efecto mate, pero luminoso, es debido a que hemos aplicado el tono número 30 de los polvos compactos Les Beiges, de ChanelPablo Estévez y Javier Belloso

El estilista planeaba tomar instantáneas en ropa interior, lo que en estas condiciones y en algunos países civilizados podría considerarse atentado contra la salud de los trabajadores. Cuando se lo comentan, ella hace notar, tan educada como firme, que no es la mejor de las ideas. Nadie intenta convencerle de lo contrario. Parece más sensato comenzar un zafarrancho para calentar el plató.

Habla español perfectamente. Emigró con sus padres a Barcelona cuando tenía 18 años, hace ahora 13. “No sabía nada del país, ni conocía el idioma, pero me ayudó que Barcelona se parece a Odessa. Las dos son ciudades a la orilla del mar, y las dos son cosmopolitas. Odessa era, incluso cuando pertenecía a la Unión Soviética, una ciudad turística, donde había gente de 40 nacionalidades, y eso hace que estuviera acostumbrada a ver personas de otros países, de otras razas, que hablaban en lenguas distintas a la mía”.

Odessa fue el primer lugar en el que estalló el conflicto en 2013 que ha desembocado en algo que hoy es guerra abierta entre las nuevas autoridades ucranias y el gobierno de Moscú.

Una guerra que es consecuencia de la desintegración de la URSS a principio de la década de 1990. “Me acuerdo perfectamente de la transición de la URSS a ser parte de Ucrania. Fue muy duro percibir todo el estrés de mis padres. Tengo la mitad de la familia en Rusia y la otra mitad en Ucrania. Fue terrible ver la separación de ambos países. De repente, todo el imperio, todo el cuento que nos contaron, se derrumbó. Ahora mismo estoy viviendo otras cosas, pero me entristece la situación. Aunque intento no ver las noticias, tengo familia por la que me preocupo”.

Lo que está ocurriendo en Ucrania es, en principio, tan absurdo como que Cataluña y Aragón se enfrentasen con tanques por la posesión de una comarca de Girona. Resulta difícil creer que se abstraiga del conflicto. “Es que en la vida suceden siempre cosas que no esperas. Nunca sabes, así que aprovecha el presente porque no sabes lo que va pasar en el futuro. No es que sea pesimista, pero es lo que hay”, dice escabulléndose, y da la impresión de que, a pesar de lo que dijo al principio, cuando es necesario la parte cerebral se impone sobre la emocional .

Tengo la mitad de la familia en Rusia y la otra mitad en Ucrania. Fue terrible ver la separación de ambos países. De repente, todo el imperio, todo el cuento que nos contaron, se derrumbó

Cuando habla de que su vida ha dado giros inesperados se refiere a que apenas habían pasado dos semanas de su llegada a Barcelona cuando un fotógrafo la abordó frente a la Sagrada familia. “Me invitó a un concurso. Yo no entendía nada. Pero me presenté y lo gané”.

Asegura que no le costó aprender castellano (“a los tres meses ya hablaba como un loro”), algo que atribuye a su facilidad para los idiomas, domina cinco. “Después del ruso todo es fácil. Muy pocos rusos lo hablan bien”.

En estos momentos es la protagonista de Alastriste, una de las producciones más complicadas de la televisión en España, de esas que de tanto manosearlas para que sea para todos los gustos se han convertido en algo que no convence a nadie. Pero ella lo defiende con uñas y dientes. “Terminamos de rodarla en diciembre de 2013, más o menos. Para mí fue un regalo. Creo que es un producto de calidad. Jamás en mi vida he mantenido una relación con el reparto tan cercana. Éramos una familia”. Hace ya más de una década que debutó en una serie de la televisión autonómica catalana. “Lo veía como un juego, hice dos películas y después empecé a tomármelo en serio. Pero desde el primer día de rodaje me encantó esta profesión. Porque todo el mundo tiene sus temores y este trabajo me permite ser otra persona”.

Pero el gran salto de su carrera llegó en 2010, cuando protagonizó con Elena Anaya Habitación en Roma, la historia de un breve y tórrido idilio lésbico. La historia, dirigida por Julio Medem, le proporcionó una nominación al Goya a actriz revelación. “Siempre fue mi sueño trabajar con Medem. Cuando me llamaron me hizo mucha ilusión. Pero cuando llegó el guion cada página que leía me alejaba de ese sueño. Aunque viendo la película no lo creas, soy muy pudorosa. No he hecho topless en mi vida. Y claramente la historia no me hacía mucha ilusión. Pero pensé que Medem es un director tan magnífico que tenía que darle la oportunidad de hablarme. Necesitaba explicaciones. A partir de ahí fue todo como un cuento. Cuando nos encontramos estaba Julio con Elena. Llevaban seis meses tratando de dar con la otra chica. Habían pasado un mes en Moscú buscándola. Una que vieron les gustó mucho. Ella aceptó, y al final, el día que tenía que viajar a Madrid llamó y dijo que su marido no le permitía venir. Le tengo que mandar un jamón a esta… al marido”, se ríe de la malicia de su chiste y continúa con la historia. “Quedamos en un bar en Madrid. Cuando nos vimos parecía que nos conocíamos de toda la vida. Charlamos un par de horas. Al final hicimos la prueba y allí mismo dijo que sí”.

Y sí, considera que aceptar fue una de las mejores decisiones de su vida. “Me parece que la película es muy sutil. Para mí fue un trance de felicidad. Estuve en un nivel de alteración muy fuerte. Se me pedía soltarme mucho. Al final, desnudarme físicamente no fue tan duro como desnudar mi alma. Ahí hay mucha Natasha".

Fe de errores: en una versión anterior de este texto se situaba por error a Odessa en la península de Crimea.

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