Fe de errores sobre Franco
La Real Academia de la Historia califica finalmente al exjefe del Estado como dictador
Hay algo tan grave como tratar de ocultar o falsear la realidad: ocultar o falsear hechos históricos comprobables y ampliamente escrutados por cientos de historiadores. Que un error de este tipo haya sido cometido nada menos que por una institución como la Real Academia de la Historia, que se supone ha de velar por el prestigio de la disciplina, es doblemente grave.
La institución desencadenó en 2011 una tormenta por la visión sesgada que el Diccionario biográfico español, una obra magna de 50 tomos, ofrecía de algunos personajes históricos. Así, mientras de Juan Negrín se decía que había presidido en la Segunda República “un Gobierno prácticamente totalitario”, de Francisco Franco se afirmaba que había sido un jefe de Estado “autoritario pero no totalitario”. En ningún momento se le definía como dictador y tampoco se mencionaba la represión que había ejercido sobre los vencidos en la Guerra Civil. Las cuatro páginas dedicadas al caudillo estaban más cerca de la hagiografía que de un relato objetivo, algo que no resulta extraño si se tiene en cuenta que la entrada fue encargada al historiador Luis Suárez, un medievalista afín a la Fundación Francisco Franco.
Cuatro años después, llega el anuncio de la rectificación: en la versión digital del polémico diccionario, Franco será definido como dictador y se revisará el contenido, no solo de esta biografía sino también de otras igualmente polémicas. A raíz del escándalo se creó una comisión de historiadores que ha revisado 500 de las 40.000 biografías del diccionario: 14 de ellas serán totalmente reescritas y otras 16 serán modificadas.
La rectificación llega después de que la institución, cuyo prestigio cayó por los suelos, se haya visto sacudida por un cambio también histórico. Por primera vez en sus 277 años de vida ha pasado a ser presidida por una mujer, Carmen Iglesias, que fue elegida tras la muerte de Gonzalo Anes, al que se culpó del desastre.
El sesgo del diccionario era una operación destinada a legitimar el régimen anterior y presentar la sublevación militar de Franco como un hecho prácticamente inevitable. Afortunadamente, el rigor histórico —y el sentido común— todavía tienen buenos defensores.
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