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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado
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#147notjustanumber: 147 caras, 147 historias

Ángeles Jurado

El lamento del célebre autor se ha convertido en un grito colectivo y desgarrado en las redes sociales, especialmente en Twitter, donde los hashtag #147NotJustANumber y #TheyHaveNames recogen las palabras de homenaje, las historias, las imágenes y los recuerdos de las personas fallecidas en el brutal ataque de Semana Santa al campus de Garissa. 147 es un número que no se corresponde con la realidad, pero ha quedado inmortalizado en las efímeras y turbulentas redes sociales como parte de una etiqueta para recordar el peor atentado de Al Shabab en Kenia.

Más allá de las redes, mañana, martes, a las 5 de la tarde (hora local), se ha convocado una vigilia en la Esquina de la Libertad, en el Parque Uhuru, para llorarles. Twitter y facebook quedan como reductos en los que contar sus historias: la de Veronica, que adoraba nadar; la de la única universitaria de una aldea de Narok West; la de Solomon, el policía que posa, serio, en una camiseta azul; la de Mary, la miss del campus; la de Yvonne, amiga, hermana, hija y única esperanza de su familia. Se puede consultar un listado con las víctimas, elaborado poco a poco con datos que se van localizando en medios de comunicación y redes sociales, aquí. Es trending topic en Kenia, pero se extiende rápidamente por toda África y el resto del planeta... Se diversifica también, en el caso del África francófona, donde se transforma en #JeSuisKenian.

LRT Angela Kimata was a friend, one of the most beautiful humans you'll ever meet. R.I.P Kajojo, #147NotJustANumber pic.twitter.com/W5GzA0Mkar — feathers and hearts (@Mekatilili_) April 5, 2015
My village has lost a daughter, among the very first to join university in my current home in Narok West. My village in mourning. — Kiplang'at Arap Bett (@Collinsfabien) April 6, 2015

Los hashtag que concentran el dolor de los kenianos, de muchos africanos y de bastantes habitantes del resto del planeta surgen el sábado en la cuenta de Twitter de Ory Okolloh, una de las gurús de las redes sociales y las TIC más reconocidas dentro y fuera de su continente. Ory lanzaba un reto a sus seguidores y la tuitosfera para contrarrestar la invisibilidad de los africanos muertos frente a los muertos europeos en tragedias como la de German Wings o el asesinato de los periodistas de Charlie Hebdo. Su desafío era poner nombre a las víctimas, una a una. Reconocer su existencia, llorar su muerte, denunciar la barbarie. Escritores como Alain Mabanckou o músicos como Angélique Kidjo se han pronunciado sobre la tragedia desde la solidaridad y el dolor, mientras la red se trufaba de imágenes de chicos jóvenes, risueños, pensativos, esperanzados, llenos de vida y ahora acribillados a tiros o machetazos. También lo han hecho activistas como Maureen Agena o Nnenna Nwakamna, decenas de periodistas del continente y especializados en él y un puñado de políticos africanos no demasiado ostentoso, entre los que destaca el recién elegido presidente nigeriano, Muhammadu Buhari.


A los hashtag que hemos mencionado se unen otros como #AfricanLivesMatter y la denuncia cada vez más airada a los dirigentes del continente (personificada singularmente en la figura del presidente beninés, Yayi Boni), deseosos de sacarse una foto en las manifestaciones de París bajo el cartel de #JeSuisCharlie, pero mucho más lentos a la hora de expresar solidaridad frente a las muertes provocadas por Boko Haram o la tragedia de Garissa.

Mientras los que escaparon de la muerte en Garissa admiten su sentimiento de víctimas de segunda clase en el contexto global emparentados con Chibok o Baga y enfrentados a París o Túnez, se destapan los fallos de seguridad y los defectos de la respuesta al ataque y Twitter sigue canalizando denuncias sobre las condiciones en que se conservan e identifican los cadáveres de las víctimas, el desamparo de los familiares que han acampado en Chiromo buscando noticias y cuerpos, la corrupción que todo lo ensucia, el cinismo de los dirigentes de medio planeta. Se pueden leer análisis como éste, donde se nos recuerda la represión que en el nombre de la lucha contra el terrorismo han sufrido una parte de la población keniana y miles de somalíes. En Kenia, algunos líderes políticos del país piden la salida de sus tropas de Somalia, mientras el gobierno keniano opta por ahogar su frustración entre bombardeos al país vecino y ofertas de recompensas por pistas sobre los atacantes y crear más vallas entre ambos países. Y algunos medios occidentales reproducen crónicas en las que los responsables de turismo de las zonas costeras kenianas, desiertas ahora por la violencia que se instaura en el país, piden a las mujeres que luzcan los pechos para atraer occidentales a sus playas.

#147NotJustANumber se abre paso, desafiante y lúcido, entre la indiferencia de la mayoría de los medios de comunicación occidentales, las imágenes de cadáveres desnudos y ensangrentados que jamás permitiríamos si se tratara de víctimas españolas o alemanas y las anécdotas sensacionalistas que refuerzan el horror y la repulsa hacia un continente al completo. El ruido mediático y la actualidad nos empujan a pasar la página de sucesos de Kenia cuando todavía sigue fresca la sangre en el campus de Garissa y no le hemos concedido apenas unos segundos de nuestra atención dispersa. Parece que el planeta no alberga dudas sobre reencarnarse en Charlie, pero no encuentra la manera de ser y estar en y por los kenianos masacrados por Al Shabab.

Imagen: BIDU

Imagen: Joe Bertram

Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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