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África No es un paísÁfrica No es un país
Coordinado por Lola Huete Machado

Masasam: arte e identidad contra estereotipos

Ángeles Jurado

"Nos conocimos en El Cairo y allí coincidimos en que teníamos ganas de hacer cosas. Fundamos Masasam en el año 2007. Nuestra primera exposición fue un proyecto para Casa Árabe con la obra de Osama Esid, un fotógrafo sirio afincado en Egipto en la época. Esid trabajaba en un juego de representaciones, con cámaras antiguas y el filtro de la mirada occidental sobre Oriente".

Habla Sandra Maunac (Madrid, 1979), sentada en un restaurante vegetariano frente a la Filmoteca, en Madrid. Tiene el pelo oscuro cortado a lo garçon, la línea de khol también afrancesada perfilado sus ojos enormes, un toque de pintura rojo mate en los labios. Se refiere a Mónica Santos (Madrid, 1977), su media naranja laboral, y a la empresa que montaron juntas para elaborar proyectos culturales con reflexión política y social detrás.

Ella es historiadora, con especialización en relaciones internacionales y estudios africanos y experiencia previa en instituciones como la Fundación Tres Culturas. Mónica estudió Bellas Artes y se fogueó en exposiciones, ferias, bienales y galerías. La mayor parte de su trabajo conjunto se desarrolla en contextos africanos y árabes, con Palestina ocupando un lugar preferente en su imaginario junto a la Bamako de los encuentros de fotografía africanos y las figuras de colaboradores de lujo como Simon Njami o Pep Subirós.

"En el año 2007 también trajimos una retrospectiva de la Bienal de Fotografía de Bamako a España con el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona y Casa África. Era el último año en que Simon Njami era comisario de la Bienal. Se creó un premio en el marco de esa cita fotográfica, una propuesta que surge de Masasam y su implicación directa en la Bienal, con el apoyo económico y logístico de Casa África. Es el premio más generoso del certamen, porque paga derechos, publicación de un catálogo y exposición y da visibilidad. Decidimos ceñirlo a las mujeres, con voluntad de llenar el vacío de arte contemporáneo africano en España y conocer lo que se hace en esa materia en el continente africano".

El Premio Casa África para fotógrafas africanas ha recaído, por el momento, en la fotoactivista sudafricana Zanele Muholi y en la fotoperiodista martiniquesa afincada en Senegal Elise Fitte-Duval. Ambas han publicado y expuesto su obra en Casa África. Zanele es ya una estrella en su país y fuera de él, un icono de la lucha por los derechos de la población LGBT africana y una referencia de la fotografía contemporánea. Elise comienza a despegar con sus retratos de las calles de Dakar, ora submarinas en época de inundaciones ora tomadas por unos vecinos que piden democracia y cambio con motivo de unas elecciones.

La guerra en Mali y la crisis se encargaron de detener abruptamente esta línea de trabajo a tres bandas: Bienal de Fotografía de Bamako - Masasam - Casa África. El último atentado en la capital de Mali pone más puntos suspensivos e interrogantes en el camino de la cita fotográfica africana por excelencia. Sandra, aunque cauta, quiere ser optimista y apostar por la resurrección de los encuentros fotográficos de la capital maliense de la mano de su nueva directora, la activista nigeriana Bisi Silva, y cruzar los dedos por un simple punto y seguido en su relación con la bienal. Aunque también es cierto que los encuentros fotográficos que ahora se organizan quizás se limitan más que otra cosa a un puro ejercicio de propaganda de las bondades de la operación Serval, mantenidos artificialmente y a duras penas contra un fondo de falsa tranquilidad y sin escatimar gastos por el gobierno francés.

"Teníamos la voluntad de defender lo denominado como arte africano, pero nos damos cuenta de que también hay que luchar contra esa etiqueta y los mitos creados a su alrededor", aduce. "Defendemos proyectos, individualidades, creaciones. Nos interesa el momento en que se cruzan personas diferentes, creadores de diferentes partes del planeta con distintas maneras de ver el mundo, con miradas diversas. Nos interesa lo universal y particular. Nuestra obsesión actual es que quizás el concepto africano con el que trabajamos puede ser un error. Los encuentros como la Bienal de Bamako, por ejemplo, son una plataforma, pero también un encasillamiento. Es una posibilidad de encontrarse a nivel internacional, sí, pero también una especie de gueto cultural. Nos estamos girando hacia los artistas con universos personales que rompen con nociones como la nación o el continente y que tienen su propio discurso". Y cita a Achille Mbembe y el peso de la identidad sobre sujetos coloniales.

Sandra Maunac considera que el reto al que se enfrentan el artista del continente africano y el continente en sí es que, todavía, gran parte del planeta razona que África no tiene historia. Japón, China u otros países y contextos que nos quedan más o menos lejos no tienen esa traba. Ni necesidad de explicarse ante nadie. De ellos no se espera folclore ni un determinado tipo de producto o discurso. Al contrario de lo que sucede en ocasiones con los creadores africanos, constreñidos por expectativas propias y ajenas.

Sandra Maunac / Imagen: Ángeles Jurado

Masasam destaca, entre las nuevas tendencias más potentes en el caso africano, la fuerza vital de las instalaciones, el arte callejero, las esculturas y las confrontaciones físicas, sensoriales y corporales de los creadores más atrevidos, muchas veces a pie de asfalto en Lagos, Accra o Durban.

La fascinación de Sandra y Mónica se prende siempre de los sujetos que intentan autodefinirse en un mundo en el que las miradas se cruzan más fácilmente que las fronteras y el arte se convierte en una reivindicación identitaria y política, en una reflexión sobre el mundo en que vivimos y en algo más que espectáculo o pura belleza vacía de contenido.

También se comprometen con proyectos que ejercen como arietes contra el cliché en el que hemos convertido al continente africano: desde los objetivos de mujeres como Zanele Muholi o Elise Fitte-Duval al de Héctor Mediavilla, el hombre que se trajo en la memoria de su cámara algunas de las imágenes más hermosas de la sape, un fenómeno alucinante que retrató en las calles de Brazzaville. Un movimiento aparentemente banal, frívolo, que no es una mera anécdota ni tampoco algo gratuito ni sencillo de etiquetar.

De nuevo y como siempre intenta Masasam, hablamos de una declaración de principios políticos y vitales y un canto a la vida universal en un cachito muy concreto del continente africano.

Comentarios

Una propuesta distinta y desde luego interesante y necesaria para abrirnos la mente hacia aquello a lo que, por no estamos acostumbrados, evitamos.
Pues he conocido a artistas que no se complican tanto la vida y que lo que buscan es lo armonioso y bello en sus creaciones, algo que emotive y cause sensación agradable, para lo social ya hay otras vias y mucha gente dedicado a eso y, además, como en otros aspectos de la vida lo que importa no es la cantidad sino la calidad y cuanto más buena, mejor.
Una propuesta distinta y desde luego interesante y necesaria para abrirnos la mente hacia aquello a lo que, por no estamos acostumbrados, evitamos.
Pues he conocido a artistas que no se complican tanto la vida y que lo que buscan es lo armonioso y bello en sus creaciones, algo que emotive y cause sensación agradable, para lo social ya hay otras vias y mucha gente dedicado a eso y, además, como en otros aspectos de la vida lo que importa no es la cantidad sino la calidad y cuanto más buena, mejor.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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