De cuando Juan Tomás se fue a D.F.
Llevaba un tiempo en Barcelona, en una situación precaria tras el último retorno desde Guinea Ecuatorial. Allí le sorprendió la noticia de que el Financial Times elegía su novela Arde el monte de noche (Editorial Calambur, 2009) para figurar en su guía de lecturas de 2014 como uno de los mejores libros del año pasado. Este mes de febrero, sin apenas tiempo para disfrutar de su éxito, lo sorprende en México, en una casa refugio para escritores en riesgo por problemas políticos y de libertad de expresión en sus países. Ahí les ofrecen calma y seguridad a cambio del compromiso de escribir. Se trata de la Casa Refugio Hankiki, en el mismo D.F., a la que llega, en gran medida, gracias al Pen Català. Pasará un mes y medio en la capital mexicana. Después, su vida volverá a ser improvisación, lucha y más viaje. Hablamos por teléfono justo antes de que tome un avión para cruzar el Atlántico.
"La verdad es que no le di mucha importancia a lo del Financial Times", reconoce, sencillamente, cuando habla de la nominación por la publicación de una de sus obras. "Hasta que amigos y conocidos y la gente de la editorial le dieron importancia ellos mismos. Lo cierto es que contribuye a la publicidad del libro. Hoy en día la repercusión que tenga tu obra depende de quién hable de ella. Pero no me pareció tan importante cuando recibí la noticia y la compartí en las redes sociales".
Reconocido como el escritor ecuatoguineano vivo más relevante, Juan Tomás se muestra siempre mesurado y humilde, como si escribir fuera casi un accidente, mientras que el activismo y la situación de su país le absorben casi todas las fuerzas y las ganas. Sobre todo y además de prolífico, casi incontinente a la hora de escribir, es un intelectual comprometido, incapaz de mantenerse en silencio ante la injusticia.
"Creía que se podía mover algo contra la dictadura. Deseaba intentar que los ecuatoguineanos hiciéramos causa común y lobby en España. El siguiente paso era volver al país y exigir cambios allí. A la hora de comprometerse, muchos no lo hicieron. Escribí un diccionario sobre la dictadura y volví allá en el 2013, porque mi salida fue algo inesperado y porque considero que la presión tiene que ejercerse en Guinea Ecuatorial".
Con posesiones y corazón dividido entre Barcelona y Malabo, Juan Tomás retornó a su país a pesar del miedo a ser encarcelado. Un temor más extendido entre sus conocidos y allegados en ambas ciudades que enraizado en su propia cabeza.
"Se puede ser disidente y no morir. La gente me veía por Malabo y se hacía cruces. Me preguntaba cómo había vuelto al país. Regresé cuatro veces a Guinea desde que me vine para España. La última vez, el año pasado. Volví a Barcelona en Nochebuena".
Juan Tomás pasó su última visita a su país protestando con otros compatriotas, como Celestino Nvo-Okenve, que tuvo menos suerte que él y acabó en prisión el pasado mes de enero. El motivo: una segunda Copa de África (CAN) en el país, tras la experiencia de la CAN 2012 compartida entre Guinea Ecuatorial y Gabón. Precisamente durante el transcurso de esta segunda CAN ecuatoguineana, en la víspera de su final en Bata, The Guardian publicó un artículo firmado por él en el que explicaba las razones para no apoyar la celebración de este evento en su país.
"A causa de la negativa de Marruecos a albergar el trofeo por temor al ébola, mi país se vio obligado a ser anfitrión de ese evento este año. Guinea tomó el testigo. Fuimos a la calle por Malabo para colgar pancartas contra la CAN. Nos parecía peligroso e irresponsable, además de un gasto innecesario", precisa.
La CAN ecuatoguineana también es, en su opinión, una manera de legitimar al dictador que lleva más tiempo en el poder en tierra africana.
Juan Tomás sigue escribiendo, tanto novelas, ensayos, teatro y poemarios como su blog en FronteraD. Guarda textos inéditos de hace años.
"Siempre escribo, aunque no tengo promesas de publicación de nadie. En Guinea tengo cosas a medio hacer y espero poder escribir algo ahora en México. También tengo un proyecto para editar en catalán, con el Pen Català, un libro sobre los africanos del monte Gurugú, cerca de Melilla. Es una novela, El juramento del Gurugú, que quisiera revisar y traducir al catalán. Pero no trabajo bajo presión. Escribo constantemente pero sin fechas de entrega ni perspectivas de ser publicado".
Juan Tomás Ávila Laurel es annobonés. Se formó como enfermero antes de llegar a las letras y trabajar en el Centro Cultural Español de Malabo, que abandonó con la huelga de hambre y el exilio en 2011. Entiende que el papel de un escritor no se queda en recrearse en la simple belleza estética y que existe un compromiso del intelectual para cambiar la realidad a mejor. La palabra es un arma, un instrumento, una marca.
Ahora debe estar hablando de ese compromiso con otros escritores como él, que tuvieron que abandonar sus países por comprometerse con sus conciudadanos e intentar cambiar una realidad gris y dura a fuerza de palabras. Allí escribirá, pero -sobre todo- pensará y hablará de disidencias.
Más información:
Blog de Juan Tomás Ávila Laurel
Juan Tomás Ávila Laurel en Calambur
Juan Tomás Ávila Laurel en Literáfrica
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