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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El nuevo rostro de Uma

¿Por qué actrices hermosas y con una carrera acreditada se ven impelidas a cambiar de rostro?

Marcos Balfagón

Son mujeres que han sido premiadas por la genética con rostros hermosos capaces de seducir a las cámaras. Tienen fama, dinero y un talento probado como para haber destacado por méritos propios en un mundo tan exigente, rutilante y competitivo como es el del cine. ¿Qué necesidad tienen de someterse a cambios estéticos tan extremos que cuando se observa su foto resultan irreconocibles?

Como hace un tiempo ocurrió con Renée Zellweger, la actriz que encarnó a la entrañable y atormentada Bridget Jones en el cine, la actriz Uma Thurman, de 44 años, se ha convertido durante unas horas en la nueva protagonista de la polémica en las redes sociales. Lo que parecía su nuevo rostro ha suscitado de todo menos comprensión.

Supuestamente se había sometido a una cirugía estética radical, y no parecía ella misma. Finalmente ha resultado ser un juego —más bien una tomadura de pelo— de la actriz con sus seguidores. Sin embargo, estos cambios radicales de look no ocultan una cuestión de fondo: por qué actrices tan acreditadas y con tan buen trabajo a sus espaldas sienten tal presión sobre su físico que las lleva a tratar de borrar las huellas del tiempo e incluso a remodelar su rostro cuando se adentran en la cuarentena.

La buena medicina estética tiene instrumentos para ciertas correcciones y, puesto que el físico forma parte de sus activos profesionales, se entiende que recurran a ella. Pero la pretensión de remodelar el físico a nuestro antojo puede producir monstruos. Ya vimos la patética transformación de Michael Jackson en una especie de híbrido de raza indefinida y aspecto enfermizo. Los resultados pueden ser catastróficos. Y una vez perpetrados, irreversibles. No es el caso de Thurman, aunque lo parecía, pero, ¿por qué tantas actrices emprenden un camino tan incierto?

No hay una respuesta unívoca, pero uno de los factores es el que apuntó hace poco al recibir el Globo de Oro otra grande de las pantallas, Julianne Moore: hay muy pocos papeles en Hollywood para mujeres a partir de cierta edad. Algo que no ocurre con los hombres, a quienes se ofrece, como vemos con Richard Gere o Harrison Ford, papeles de galán seductor... ¡pasados los 60! Thurman no ha sucumbido. Pero nos lo ha hecho creer.

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