Palabras que se quedan detrás del ‘backstage’
“Chácena”, “trascenio”, “entre cajas”, “entre bambalinas”, “entre bastidores”...
El teatro se inventó hace miles de años, y nos ha legado palabras muy antiguas. Algunas nacieron en la Grecia clásica (por ejemplo, “protagonista”, que se forma sobre proto y agonistés: “primer combatiente”, “primer actor”). Otras nos llegaron desde el latín (como “actor”, vocablo cuya escritura no ha variado en su larguísimo camino; o “actriz”, que se modificó ligeramente desde actrix). “Escena” pasó por las dos lenguas clásicas, pues la tomamos de scena y a su vez venía de eskené; y también atravesaron un largo túnel del tiempo “candilejas” (de “candil”), “comedia”, “espectador”, “platea”… El auge del teatro italiano (algunas de cuyas compañías recorrían España hace siglos, incluso con representaciones en ese idioma) aportó nuevas palabras, entre ellas “ópera”, “camerinos”, “atrezo”…
Y casi de repente, ha aparecido en ese léxico preciso, hermoso, antiguo, una voz tan ajena a su tradición como backstage. Quizá por dos razones: por el desconocimiento de términos equivalentes en español o por el gusto de pronunciar un vocablo en inglés, algo tenido por prestigioso.
El auge del teatro italiano
Backstage (formada sobre stage y back, “escenario” y “detrás”) ha entrado en la última edición del Diccionario, con esta definición: “Espacio situado detrás de un escenario o de una pasarela donde se preparan quienes intervienen en un espectáculo o un desfile de moda”. Este anglicismo, como ocurre tantas veces, ocupa una casilla de donde desplaza a otras palabras posibles en español, incluidos los sentidos figurados: “chácena”, “trascenio”, “entre bambalinas”, “entre bastidores” o “entre cajas”.
Las explicamos:
Chácena. Usada por regidores y tramoyistas. Definida así en el Diccionario: “En algunos teatros, amplio espacio rectangular, en el centro del muro del fondo del escenario bajo la jácena que lo sostiene, usado como acceso posterior al escenario, como depósito de bultos o como prolongación de la escena”. Procede del catalán jàssena (jácena o viga maestra), idioma que la tomó a su vez del árabe (gásr, viga).
Trascenio. Es curioso que se use backstage para designar la parte trasera del escenario y que no se emplee un anglicismo deducible (front-stage) para la parte delantera. En este segundo caso, los periodistas sí conocen una palabra en español: proscenio. Y si se llama “proscenio” a la parte delantera, ¿cómo podríamos nombrar a la de atrás si no quisiéramos emplear un anglicismo? En efecto: “trascenio”; creación que tomaría los propios cromosomas de nuestra lengua para formar un término reconocible de inmediato, precisamente por lo deducible de sus piezas.
Entre bambalinas. Esta locución tuvo en el Diccionario anterior una definición que criticó la gente del teatro: “Detrás del escenario durante la representación de un espectáculo, de manera que no se pueda ser visto por el público”. La edición 23ª acierta ya al reseñar la palabra: “Cada una de las tiras colgadas del telar a lo ancho del escenario, que ocultan la parte superior de este y establecen la altura de la escena”. Se trata entonces de las tiras de lienzo que tapan los focos y otros artilugios colocados arriba. No es fácil situarse por allí. Así que frente a la locución “entre bambalinas” (llamadas de tal modo porque se bambalean) la Academia recomienda acertadamente otra expresión mejor: “Entre bastidores”.
Entre bastidores. Los “bastidores” son “la organización interior de las representaciones teatrales”. Y la locución “entre bastidores” significa “fuera de la representación que el público ve en el teatro”.
Entre cajas. No recoge el Diccionario esta locución ni en el sustantivo “cajas” ni en la preposición “entre”. Sin embargo, se usa desde hace decenios entre la gente de la escena para referirse… al backstage.
Así pues, un periodista que comente una ceremonia como los Goya de anoche y desee eludir backstage podrá decir “estamos en el trascenio”, “estamos junto a la chácena”, “entre bambalinas”, “entre bastidores” o “entre cajas”. Y con sentido metafórico, “en la cocina” o “en la trastienda”. Si elige el anglicismo, no hay problema. Pero no será por falta de alternativas.
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