Prueba de fuego
La decisión de Susana Díaz solo será útil al PSOE si logra una victoria nítida en Andalucía
En dos semanas escasas, Artur Mas ha anunciado elecciones anticipadas en Cataluña; Pablo Iglesias ha dado por amortizado al PSOE y se ha ofrecido como la verdadera alternativa al Partido Popular; y Mariano Rajoy ha convertido una convención de su partido en el pistoletazo de salida del largo año electoral. Llega ahora la anticipación de las elecciones en Andalucía, y con ella la demostración de que Susana Díaz coge el toro por los cuernos, a fin de sostener que el partido socialista está más vivo de lo que algunos creen. Comienzan las cosas serias para la política española y es deseable que todos los protagonistas piensen en los ciudadanos, por inevitables que sean los partidismos en una sucesión de comicios tan apretada.
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Por cálculo político o por pura torpeza, IU ha facilitado a Díaz el relato del adelanto electoral. Tras acordar lo más difícil, el presupuesto para 2015, el socio de Gobierno condicionó el futuro del pacto al resultado de un referéndum interno a mitad de año. Antes de que le dieran jaque, Susana Díaz ha decidido enrocarse. En su explicación sobre los motivos de la ruptura, ella solo ha aludido al “giro radical” de la dirección federal de IU, en clara referencia a la voluntad de no dejarse condicionar por la convulsión creada en esta fuerza política por el sector de Alberto Garzón y su sesgo podemista.
Disputar los espacios de centro y no dejarse arrastrar al izquierdismo es la oferta con la que intenta presentar batalla a los que —y también están en su derecho— pretenden extraer petróleo electoral de campos tradicionalmente socialistas. Sin embargo, lo que se explica bien en términos de estrategia política corre el riesgo de no ser comprendido por la ciudadanía, que a estas alturas necesita mucho más que cálculos electorales. La gente quiere saber en qué se diferencian los proyectos, qué se gana y qué se pierde con unos y con otros. Susana Díaz no avanzó ayer argumentos de fondo, limitándose a los de tipo táctico.
La presidenta andaluza corre más riesgos de los que parece. Necesita una mejora nítida sobre los resultados de las autonómicas de 2012 para considerar logrado el objetivo de “gobernar en solitario”, sin hipotecas. Pero también se arriesgan con ella los socialistas de otras partes de España, que pueden beneficiarse del efecto de arrastre de una victoria andaluza o de la frustración de no alcanzarla ni siquiera en el terreno más favorable.
Que la decisión de Susana Díaz tenga efectos más allá del ámbito de su comunidad no confirma nada sobre Pedro Sánchez ni sobre la futura candidatura a La Moncloa. Díaz no compitió por la secretaría general de este partido en junio pasado, alegando coherencia con el compromiso de permanecer en Andalucía, y ahora reitera ese mismo mensaje (algo que le será exigible en su día). La prueba de fuego ya está lanzada en Andalucía, y quedan tantas elecciones hasta las generales que es frívolo especular con bolas de cristal.
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