Decepción en Canarias

La confirmación de que en Canarias, al menos en el cuadrante sondeado, no hay petróleo ni gas (en condiciones explotables) es algo más que una decepción energética. Las expectativas iniciales no eran demasiado elevadas (en torno a un 18%), por lo que no cabe hablar de jarro de agua fría; pero el ruido mediático orquestado en torno al sondeo merecía un resultado más esperanzador. En todo caso, es una noticia frustrante para una mayoría de ciudadanos, también de Canarias, que desearían disponer de más recursos energéticos propios, incluso en una etapa circunstancial de caída del precio del crudo.

Además de una decepción energética, el fracaso del sondeo canario significa una decepción política. Ni el Gobierno de la nación ni el autónomo han estado a la altura de las circunstancias. En el caso del Ministerio de Industria, las explicaciones sobre el sondeo han sido tardías y poco claras. Le ha costado demasiado transmitir a la población canaria que el Estado tiene la obligación de conocer los recursos energéticos de que dispone el país, que el Gobierno garantizaría sin sombra de duda una explotación en buenas condiciones medioambientales y que la existencia de hidrocarburos, ahora descartada, supone una fuente de riqueza para todos los españoles; sobre todo, para los canarios.

Las autoridades canarias, en especial su presidente, Paulino Rivero, han exhibido unas pésimas maneras políticas. Se han empecinado en plantear la búsqueda de petróleo como un obstáculo insalvable para el resto de las actividades económicas de las islas, como el turismo, cuando es evidente que la exploración y el sector servicios conviven perfectamente en otras zonas turísticas. El Gobierno canario ha cometido el grave error de convertir la perforación en una absurda pugna política y en motivo para despropósitos inaceptables, como esa acusación, muchas veces repetida, de que Canarias está sufriendo “un trato colonial”. Con esta actitud, los actuales responsables políticos canarios están limitando cualquier posibilidad de exploración o explotación futura de fuentes de riqueza que se salgan del estereotipo turístico.

No es probable que a corto plazo se repitan nuevas oportunidades de exploración. La torpeza política exhibida en Canarias permite pronosticar dificultades para gestionarlas con serenidad y sin causar conflictos innecesarios.