Libros que le harán pensar
1-La arquitecta mexicana Fernanda Canales (México D.F, 1974) publicó este año diez años de investigación: Arquitectura en México, 1900-2010 (Arquine) una historia del siglo XX en su país escrita desde dentro, es decir, un recuento que evita folclorismos y generalizaciones al tiempo que rescata la obra de proyectistas menospreciados como Ruth Rivera, la primera arquitecta graduada del Politécnico. La historia de Canales es menos la de los arquitectos y más la de la ciudad. Por eso esta historia de las historias no contadas podría ser un referente para indagar en la costumbre de trabajar con pocos medios si no se toman sólo las referencias visuales y se rescatan las dinámicas de autoconstrucción.
2-Otra proyectista, la italiana Lina Bo Bardi (Roma, 1914-Sâo Paulo, 1992), hubiera cumplido este mes cien años. En un momento en que su obra vive una profunda revisión y se estudia y ensalza como faro para una arquitectura no arrogante, Bo Bardi ha encontrado en el profesor Zeuler R. M. De A. Lima a su biógrafo. Lina Bo Bardi, publicado por Yale University Press, detalla las contradicciones de la proyectista y explica cómo ésta se encontró a sí misma ante, de nuevo, la escasez de medios con la que se topó en Brasil. Así, merece la pena leer esta mezcla de biografía y análisis arquitectónico para entender a una mujer que buscó transformar no las ciudades sino la vida de los ciudadanos. Con su evolución personal, Bo Bardi halló una vía hacia la humanización de la arquitectura moderna haciéndola absorber las imperfecciones, la cultura local, el paso del tiempo y la huella de los seres humanos.
3-Como Canales, también el profesor de la Universidad de Pennsylvania, Detlef Mertins, dedicó una década a preparar la monumental biografía Mies (Phaidon, 2014). Más allá de la historia de las obras y la vida del arquitecto, el libro rastrea las lecturas de un proyectista tan incómodo y contradictorio como elegante e inimitable.
Hijo de un cantero, Maria Ludwig Michael Mies (Aquisgrán, 1886-Chicago,1969) se convirtió en arquitecto sin tener siquiera el bachillerato. Clásico y moderno a la vez y obsesionado con construir, Mies van der Rohe apoyó a los nazis, abandonó a su mujer y sus hijas, se inventó un apellido y, consumido por la artritis, acudió a las obras en silla de ruedas durante dos décadas. Sus obras de arte total tenían (tienen) a la vez monumentalidad y detalle.
De la casa Tugendhat en Brno al pabellón de Barcelona para la Exposición Universal de 1929, del campus del IIT al sur de Chicago a la casa de la nefróloga Edith Farnsworth, en Plano ((llinois) o de los edificios de apartamentos Lake Shore Drive también en Chicago al Seagram en Park Avenue para terminar en la Galería Nacional de Berlín, la publicada por Mertins en Phaidon es también la biografía de todas estas obras maestras.
4-Pero si quieren conocer el lado menos glamoroso y más cerril de la arquitectura, harán bien en leer el insuperable recuento que Fernando Abad hace en: De Eurodisney a Eurovegas (Catarata). En él, los responsables políticos que encargan parques de atracciones quedan retratados no solo como pésimos gestores sino también como ignorantes supinos que hacen uso de la cultura como coartada para el pelotazo urbanístico. Abad aborda proyectos fracasados como Reino de Don Quijote en Ciudad Real o Eurovegas en Madrid y tras analizar su gestación denuncia que promotores, políticos y arquitectos hicieran pasar por urbanismo la acumulación de viviendas, hoteles y casinos en terrenos expropiados se supone que por razones de interés social. Denuncia también que estos proyectos dieron pábulo a que personajes investigados por blanqueo de dinero exigieran trato de favor a la administración pública, poniendo en jaque el estado de derecho. El gran mérito de Abad es el detalle y la indagación que hay detrás de sus datos. Eso hace que las 109 páginas de su libro sobre temas muy publicados se lean con la incredulidad que suscita lo inesperado. Deléitense, instrúyanse o conozcan otras maneras de pensar, y/o de actuar. Tengan también una feliz navidad.
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