Una misión pionera en busca de los secretos del Sistema Solar
El accidentado aterrizaje de la sonda 'Philae' en un cometa, por primera vez en la historia, ha convertido a la misión 'Rosetta' en uno de los eventos científicos del año
En busca de pistas sobre el Sistema Solar primitivo, del material de los cometas prácticamente inalterado desde hace miles de millones de años, partió de la Tierra la nave espacial automática Rosetta hace una década. Y 2014 ha sido su año, el de la llegada al cometa 67P/Churyriamov-Gerasimenko, el de las primeras fotos tomadas de cerca, de los estudios científicos iniciales y del descenso al núcleo cometario protagonizado por la sonda Philae que cumplió en gran medida su misión, aunque con un accidentado aterrizaje, el 12 de noviembre. Pero, por espectacular que fuera la llegada al suelo del objeto celeste, esta misión científica de la Agencia Europea del Espacio (ESA), con un coste de 1.400 millones de euros y la participación de decenas de instituciones científicas y empresas, tiene muchas más primicias, objetivos científicos más ambiciosos, novedades y, como mínimo, un año más por delante para cumplirlos: por primera vez una sonda espacial acompaña a un cometa en su viaje hacia el Sol para presenciar cómo se va transformando al acercarse a la estrella.
El 67P/Churyamov-Gerasimenko no es el primer cometa al que se acerca una nave espacial. Una media docena han recibido ya la visita de otras sondas, de pasada, acercándose más o menos, pero sin permanecer en su entorno para estudiarlo y seguir su evolución. 67P mide unos cuatro kilómetros de diámetro máximo, está hecho de hielo, polvo y rocas, con una temperatura de unos 70 grados centígrados bajo cero, y está cubierto de un polvo casi negro. En la primera fotografía en color tomada por la Rosetta resultó ser un cuerpo grisáceo.
Esta misión científica de la Agencia Europea del Espacio (ESA) ha tenido un coste de 1.400 millones de euros
“Empezamos el año con muchísimas esperanzas y grandes retos y ahora, mirando hacia atrás, se puede ver que hemos conseguido muchísimos éxitos”, resume Laurence O´Rourke, coordinador de las misiones científicas de la misión Rosetta. Destaca los resultados análisis del agua del cometa ya realizados y hechos públicos, y anuncia que irán saliendo muchos más, tanto de la nave Rosetta como de los datos tomados por Philae.
La nave, que recorrió 6.400 millones de kilómetros hasta llegar a 67P, se despertó en enero tras dos años y medio de viaje por el Sistema Solar en estado de hibernación, con sus equipos y sistemas apagados. En los meses siguientes, a medida que se iba aproximando a su objetivo, las imágenes tomadas por las cámaras de la Rosetta fueron descubriendo un cometa sorprendente para los científicos, que ni siquiera sabían qué forma tenía. Resultó ser un objeto de hecho de dos lóbulos e inmediatamente se encontró parecido con un pato de goma, con cabeza y cuerpo. Finalmente, el 6 de agosto, a una distancia de unos 500 millones de kilómetros de la tierra, se produjo el encuentro de la nave con el cometa.
Un cuidado plan
Con la información que iban captando los once instrumentos científicos de a bordo, los científicos se volcaron en una labor urgente: caracterizar el 67P lo mejor posible y explorar su superficie con fotos de alta resolución para elegir el lugar más idóneo para el descenso al suelo de la sonda Philae. Se planeó el aterrizaje para tres meses después de la llegada, antes de que la actividad del cometa aumentase demasiado al irse acercando al Sol.
El 12 de noviembre, la Philae se desprendió de la nave Rosetta para caer durante siete horas hasta la superficie de 67P/Churyamov-Gerasimenko cumpliendo una maniobra orbital planificada al milímetro por los especialistas. Todo salió bien durante el descenso, pero las cosas se complicaron al final: no funcionaron los cohetes que tenían que presionar la sonda contra el suelo en el momento en que sus tres patas hicieran contacto y se dispararan sus dispositivos de amarre. Hay que tener en cuenta que la gravedad es tan baja en el cometa que allí los 100 kilos de la Philae en la Tierra son un gramo. Se trataba de evitar que la sonda rebotase en el suelo y saliera despedida otra vez al espacio. Y sin los motores eso es lo que sucedió, de manera que el robot dio dos saltos y fue a parar a un lugar imprevisto –y desconocido con precisión aún varias semanas después-.
En agosto de 2015, el 67P estará en su punto más cercano al Sol"
El problema es que en el lugar donde cayó, los paneles solares de la sonda no reciben suficiente luz solar para proporcionar energía a sus equipos e instrumentos, por lo que solo funcionaron durante 57 horas con las baterías que iban cargadas. Aun así, se activaron los nueve instrumentos científicos de la Philae, incluida la perforadora, y se recibieron datos y fotografías del entorno. Los expertos e ingenieros lograron, en el último momento, girar la sonda y orientar mejor los paneles hacia el sol con la esperanza de que, cuando el cometa se haya aproximado más a la estrella, empiecen a suministrar algo de energía, por lo que mantienen la esperanza de que la Philae, ahora en hibernación, despierte dentro de unos meses.
Con todo, la ESA y los científicos calificaron la operación del Philae como un éxito, teniendo en cuenta que en las operaciones espaciales tan complejas y arriesgadas como esta, todo lo que no sea un rotundo fracaso con pérdida de la nave o de sus instrumentos, se puede considerar un triunfo. Y la Rosetta tiene por delante un año, como mínimo, para desplegar todo su potencial científico.
“A principios de febrero vamos a salir de las órbitas cercanas al cometa porque su actividad será excesiva, pero vamos a hacer sobrevuelos acercándonos hasta seis kilómetros de su superficie”, adelanta O´Rourke. “En agosto de 2015 el 67P estará en su punto más cercano al Sol, pero antes, en junio, esperamos contactar de nuevo con el Philae”. 2015 puede ser, también el año de Rosetta y el cometa.
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