Apoyo a Sáez Valcárcel
El tratamiento por parte del Ejecutivo de la resolución de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional sobre la Decisión Marco Europea —en torno a la acumulación de condenas cumplidas en otros países— y por extensión de los magistrados que la dictan arremetiendo contra la independencia judicial, supone una inadmisible injerencia en la función del poder judicial y subvierte la esencia del Estado de derecho, basada en la división de poderes y sin la que no cabe concebir el funcionamiento de un Estado de derecho moderno. Y, nuevamente, las noticias sobre ello, vertidas con reiterada y uniforme de hostilidad, me traen al presente el contenido de una carta personal que recientemente remití al querido amigo y compañero Ramón Sáez Valcárcel, jurista ejemplar de una innegable maestría, que aquí y en lo que ahora interesa me permito compartir.
“Por todo ello, Ramón, después de la jubilación de un enorme jurista como Perfecto Ibáñez y/o de una gran magistrada como Manuela Carmena y de algunos otros que conocemos —tú eres la perfecta conjunción de todas aquellas perspectivas— es imprescindible que existan jueces como tú, de forma tal que si no existieras, habría que inventarte, para hacer lo que vienes haciendo siempre: trabajar con honestidad y rigor intelectual, enjundia jurídica y brillantez literaria, y sin duda, también y como base para todo ello, ideologizado, claro que sí.
Al estar impregnado de la ideología por el respeto a la función de juzgar. Al estar impregnado de la ideología por el respeto a la Constitución y al estar impregnado de la ideología por el respeto a la dignidad humana de todos aquellos que participan en el conflicto, que estás llamado a resolver”. Y a los que sin el conocimiento previo de las resoluciones judiciales, por falta de lectura, o comprensión lectora, desde las cabeceras editoriales defensoras del nacionalcatolicismo apadrinan por cortedad y/o temor un pensamiento único, habría que recordarles lo que decía esa gran poetisa, nacida en la ciudad de México, sor Juana Inés de la Cruz —de profesión, sus hábitos, y de condición, su aguda inteligencia—, que no hay cosa más libre que el entendimiento humano.
Pues lo que Dios no violenta, ¿por qué yo he de violentarlo?— Carmen Neira Vázquez, magistrada de la Audiencia Provincial de Madrid.
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