¿Cerró los ojos la ONU una vez más?
Foto UNAMID
En repetidas ocasiones las fuerzas de paz de Naciones Unidas han sido acusadas de ineficacia y de no proteger a los civiles, de cerrar los ojos y hacerse las sordas para no intervenir en los momentos que más se las necesita. Esta actitud ha provocado matanzas y graves violaciones de derechos humanos en muchas partes de África.
Un claro ejemplo fue el genocidio de Ruanda, en 1994, cuando Nueva York ignoró los informes enviados desde el terreno; de haberlo hecho se habría evitado la catástrofe. Otro caso lo encontramos en julio de 2010, cuando un grupo de rebeldes congoleses sitió la aldea de Luvungi, en el este de la República Democrática del Congo, y durante tres días violaron repetidamente a unas doscientas mujeres y niñas. Los cascos azules tenían una base a las afueras del pueblo y no intervinieron para evitar los abusos. Similarmente en 2008, en la aldea de Kiwania, también en la RDC, los rebeldes mataron a 150 personas a pocos metros de distancia de donde se encontraban las tropas de la ONU, que aquella vez tampoco actuaron para salvar la vida de los civiles.
Estas tropas internacionales, normalmente son consideradas como la última línea de defensa de la población ya que en la mayoría de los países africanos en los que hay conflictos, los ejércitos nacionales suelen comportarse de forma similar a los rebeldes a la hora de cometer abusos contra los civiles y la policía suele estar desaparecida o inventando formas para sacar dinero a estos. A pesar de ello, una y otra vez, los cascos azules fracasan en la misión de proteger a los más débiles. Por eso, muchos analistas se preguntan si vale la pena invertir tanto dinero en estas misiones.
A pesar de los años, las lecciones, los informes y las críticas, no parece que la maquinaria de Naciones Unidas aprenda la lección. La polémica se reabre una vez más al conocerse los últimos acontecimientos sucedidos en la zona de Tabit, en el norte de la región sudanesa de Darfur.
A finales de octubre, un investigador de Naciones Unidas ponía de manifiesto que los oficiales de la Misión híbrida de la Unión Africana y las Naciones Unidas en Darfur, UNAMID, habían ocultador, de forma reiterada, evidencias de presuntos crímenes del gobierno sudanés y su ejército contra civiles y fuerzas de paz en Darfur.
En el último caso conocido, las informaciones apuntan a que unas doscientas mujeres y jóvenes fueron violadas en la zona de Tabit por miembros del ejército sudanés entre los días 30 y 31 de octubre pasado. Según un comunicado de la UNAMID, publicado el 10 de noviembre, la misión envió un equipo, que incluía policías, militares y civiles, a investigar las alegaciones. Los investigadores estuvieron varias horas en la aldea y alrededores y entrevistaron a diversas mujeres, hombres, maestros y estudiantes para verificar la veracidad de la noticia. Las autoridades de la zona, según el comunicado, manifestaron que la población convive pacíficamente con los militares allí presentes. El equipo también entrevistó al comandante de las fuerzas sudaneses estacionadas allí. Todos ellos negaron, según las fuerzas de UNAMID, las alegaciones de violación.
Hasta aquí todo bien, pero el problema se plantea cuando se descubre que el comunicado de UNAMID omite las pruebas del bloqueo por parte del gobierno de Sudán de cualquier investigación seria sobre los supuestos crímenes.
La nueva investigación ha encontrado que el comunicado de UNAMID omitió mencionar que el gobierno de Jartum y los militares sudaneses impidieron al equipo de investigación acercarse al lugar donde supuestamente habían sucedido las violaciones durante al menos 10 días para poder recoger pruebas de los crímenes. Los investigadores de UNAMID estuvieron continuamente acompañados durante su visita e interrogatorios de militares sudaneses, los mismos que supuestamente habían cometido las violaciones, evitando, así, que las entrevistas fueran conducidas en completa privacidad, en un claro intento de intimidar a las supuestas víctimas y evitar que estas pudieran dar a conocer su versión de los hechos. Además, estos militares grabaron las entrevistas al mismo tiempo que los investigadores, un método más para prevenir que las supuestas víctimas contaran la verdad.
Todos estos elementos nos permiten imaginar una atmósfera de miedo e intimidación que reinaba en la aldea durante la visita del equipo de investigación. Según el último informe, un maestro confesó que las fuerzas sudanesas les habían advertido de no colaborar con los investigadores de la UNAMID.
Radio Dabanga fue el primer medio en informar de la supuesta violación masiva en Tabit. Desde entonces el gobierno sudanés ha negado estas noticias.
El comunicado de UNAMID no encontró evidencias que probaran las acusaciones pero el informe posterior de los expertos de Naciones Unidas ha puesto de manifiesto los distintos hechos que entorpecieron la investigación del primer equipo. Por eso, el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Kin-moon, hizo público un comunicado, el pasado 17 de noviembre, mostrando su preocupación por los hechos y pidiendo una investigación en profundidad. También el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha pedido la plena colaboración del gobierno de Jartum en la investigación.
Esta no es la primera vez que Naciones Unidas no consigue informar correctamente de los crímenes contra civiles o personal de la misión de paz que suceden en Darfur. Este cúmulo de incompetencias ha provocado que el Fiscal de la Corte Penal Internacional junto a Human Right Watch y otras organizaciones hayan pedido, repetidas veces, una investigación independiente sobre las continuas alegaciones de que UNAMID lo que en realidad está ocultando son las pruebas de su incapacidad para llevar a cabo su misión.
Comentarios
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.