Independencia, sí; independencia, no
Nací y he vivido en Madrid casi toda mi vida, y quiero independizarme de España. Entiendo perfectamente a los catalanes independentistas. Lo que no entiendo es que quieran abandonar la España de Rajoy por la Cataluña de Pujol, la corrupción del Estado por el caciquismo de otro nuevo, el vacío de una España sin proyecto de futuro por el futuro previsible, pequeño y agobiante de una Cataluña independiente. Yo les propondría a ellos y a los catalanes no independentistas, así como al resto de los españoles, que disolviéramos España, que desapareciéramos y fuéramos únicamente ciudadanos de la Unión Europea y nos administraran desde Bruselas, donde seguro no les importará qué idioma hablamos o a qué cultura nos sentimos más cercanos. Que desde Bruselas, por ejemplo, administren nuestro urbanismo para evitar la corrupción de los patriotas (catalanes o españoles). Disolverse en una organización supranacional puede convertirse en un novedoso e ilusionante proyecto de futuro.— Enrique Bauluz Pérez. Madrid.
Una de las grandes habilidades del nacionalismo catalán es la de repetir tantas veces sus mantras victimistas y sus tópicos que, aunque sean completamente falsos, de tanto oírlos la mayoría acaba pensando que son ciertos. Por ejemplo, esta semana he oído al presidente de la patronal catalana, Joaquín Gay de Montellá, afirmar muy seriamente que en España hay que copiar el límite alemán del 4% de déficit fiscal de sus regiones.
En realidad, ese límite, tantas veces repetido por dirigentes de CiU, ni existe ni nadie lo conoce en Alemania. Cualquiera puede comprobar que ese 4% es falso, y de hecho solo se habla de él en Cataluña. Le propongo a Gay de Montellá que, puestos a copiar algo de Alemania, imitemos su profesionalidad y su información contrastada antes de hablar.— Antonio Sanz. Lleida.
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