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EL ACENTO
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

King o el terror constante

El prolífico escritor estadounidense lanza una nueva novela al mercado

marcos balfagón

Cincuenta novelas y 400 millones de libros vendidos después después, convertido en maestro de las tinieblas y una de las cuñas de la literatura popular entre los lectores high brow que cuentan para acceder al Nobel, Stephen King ha entregado un nuevo texto de terror titulado Mr Mercedes. La historia comienza en alto, como no le gustaba a Hitchcock que empezaran las historias, porque luego el final es decepcionante: un automóvil misterioso, innominado, arrolla una fila de parados entumecidos en una oficina de empleo; causa ocho muertos y desaparece en la niebla. ¿Quien no se dejaría enganchar por un comienzo así? No se oculta la imagen escandalosamente obvia de los trabajadores atropellados por una fuerza invisible, que remite a la crisis financiera de 2008 todavía irresuelta (sobre todo en Europa). Desde King Kong los analistas literarios y cinematográficos han insistido mucho en la simultaneidad del terror intenso, así en la letra impresa como en el cine, y las crisis económicas de alto voltaje. King es constante; lo mismo asusta en períodos de prosperidad que en depresiones. Sabe que el individuo siempre tiene motivos para temer, porque apenas conoce el 1% de las fuerzas que le rodean.

King tiene los ojillos como ranuras de máquinas tragaperras, parece ausente crónico y se beneficia de un vago ademán lovecraftiano (vive en Bangor, Maine, tierra de bosques primordiales y quizá de wendigos) que es el fondo óptimo para su oficio. Conoce el horror de primera mano (el real, no el metafísico) puesto que fue drogadicto, o alcohólico, o ambas cosas a la vez. Tres semanas en un hospital para recuperarse de un atropello (recuerden el comienzo de Mr Mercedes) le pusieron en contacto con el otro gran pánico contemporáneo, que es el que provoca la tecnología médica.

N]o se dejen engañar por el fasto editorial. No está todavía a la altura de Henry James (“el coso ese”, según Onetti), ni de Bram Stoker, ni de MR James ni de Poe. Gradúa con tino la eclosión reptante del miedo, pero a sus novelas (la mejor, probablemente, es Salem's Lot) les sobran páginas y les falta tacto sicológico. La buena noticia es que alguien que ha escrito Carrie, Christine, El resplandor, La milla verde, It, Misery o El ciclo del hombre lobo no debe estar lejos de alcanzar a sus maestros.

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