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El ébola en España
Columna
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El perro

Todos somos Teresa, todos somos Javier, todos somos Excalibur

Rosa Montero

La carta que pedía no matar al perro de Teresa, sino ponerlo en observación, reunió en 12 horas 400.000 firmas. Llevo muchos años luchando en este país por los animales, y les aseguro que, por desgracia, no hay 400.000 personas tan animalistas como para movilizarse con tanta rapidez. Creo que los que luego repitieron el tópico de “tanto preocuparse del perro y nada de los 4.000 muertos en África” (me pregunto cuánto habrán hecho ellos por los africanos) no comprendieron lo que pasó. Fue el propio Javier, el marido, quien lanzó una petición desgarradora pidiendo que les ayudaran a salvar a Excalibur, a quien consideraban parte de su familia. Y hubo muchos que, aun sin saber de perros, empatizaron con el dolor de ese hombre y esa mujer; con su condición de víctimas inermes de una situación espantosamente mal gestionada. Lo decía un tuit de Toni García Ramón: “Coges el ébola que ellos han traído. Te echan la culpa; tiran la puerta de tu casa; matan a tu perro”. Los expertos pedían conservar al animal para investigarlo, y en la cerrazón de ni siquiera planteárselo muchos vimos la prueba de la incapacidad del Gobierno ante la crisis y de su falta de sensibilidad. Deberían haber confesado mucho antes (lo hizo días después un veterinario) que no tenían recursos para aislar al perro. Y es que, en efecto, todo ha sido un desastre: trajes inadecuados, falta de educación en su uso, fallos de control y, para peor, la suprema indecencia de culpabilizar a la víctima, como hizo ese despreciable consejero al que ni siquiera han destituido. Llueve sobre mojado: de nuevo la incapacidad criminal de este Gobierno, su falta de autocrítica, la desvergüenza de culpabilizar a las víctimas de sus propios desmanes. Por eso firmamos. Todos somos Teresa, todos somos Javier, todos somos Excalibur.

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