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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aislar y controlar

Es urgente reforzar con nuevos efectivos y más recursos los equipos que luchan contra el ébola

Nunca antes un virus como el ébola “había infectado a tanta gente tan rápido en un área geográfica tan amplia y durante tanto tiempo”. Con esta alarmante descripción acaba de alertar de nuevo la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la gravedad de la epidemia que afecta a cinco países africanos —Guinea, Liberia, Nigeria, Senegal y Sierra Leona— y que ha infectado a 7.178 personas, de las que han fallecido 3.338. La propia OMS cree que las cifras están “ampliamente subestimadas” y se teme que la progresión de la epidemia haga cada vez más difícil su control.

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El primer caso diagnosticado en EE UU —un ciudadano procedente de Liberia que acudió con síntomas a un hospital de Texas— muestra la dificultad de frenar la expansión. El hospital no identificó en un primer momento los síntomas, por lo que el paciente fue enviado a casa. Al confirmarse el diagnóstico, las autoridades sanitarias hicieron el recuento de las personas que podrían haberse infectado por estar en contacto con el enfermo: unas cien.

No se trata de alarmismo innecesario, pero un trabajo publicado esta semana sobre el origen del sida muestra cómo, si se dan las condiciones idóneas, los virus emergentes pueden convertirse en un grave problema de salud a nivel planetario, como ha ocurrido en el caso del sida. Esta enfermedad surgió hacia 1920 en la República Democrática del Congo al saltar el virus que la provoca de los chimpancés a los humanos. El sida existía en zonas endémicas, pero a partir de 1981, cuando se diagnosticaron los primeros casos en California, la expansión fue imparable y ha infectado ya a 75 millones de personas.

El mismo origen tiene el ébola, cuyo primer caso se registró en 1976 en el mismo país. Hay sin embargo una diferencia importante: el ébola se contagia con mucha mayor facilidad que el sida y la tasa de mortalidad supera el 50%. La posibilidad de que también en este caso se den las condiciones para una rápida expansión está en la base de la alarma. Hasta el punto de que la directora general del FMI, Christine Lagarde, se ha referido a la epidemia como uno de los “riesgos adicionales” que pueden lastrar la recuperación económica. El virus sigue extendiéndose sin tratamientos ni vacunas que hayan demostrado efectividad. Resulta del todo necesario reforzar con nuevos efectivos y recursos los equipos sanitarios, para tratar de bloquear su expansión mientras se acelera la investigación farmacológica.

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