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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Pronósticos de riesgo

La hipótesis de 2% de crecimiento en 2015 ignora los efectos del estancamiento europeo

Las proyecciones económicas para el ejercicio 2015 que sirven de guía en la elaboración de los Presupuestos Generales del Estado confirman que el Gobierno adopta la hipótesis más optimista para calcular el efecto sobre España del estancamiento europeo. No es significativo que se eleve la previsión de crecimiento para este año desde el 1,2% al 1,3%, porque ya estaba en la horquilla aceptada de crecimiento; pero al proyectar para 2015 una tasa de crecimiento del 2% y la creación de 348.000 empleos, el Ministerio de Economía emite el mensaje de que los efectos del parón en la zona euro, que tanta alarma han causado en Bruselas y en el BCE, serán limitados y pasajeros. El hecho de que 2015 sea año electoral probablemente también influye para elegir la expectativa más favorable.

Editoriales anteriores

La hipótesis de un 2% de crecimiento es arriesgada. Puede hacerse realidad, sin duda, pero, por lo que se sabe hoy, lo más probable es que la fase de desaceleración (que no contracción) se prolongue al menos hasta el primer trimestre del año próximo, con crecimientos intertrimestrales inferiores al 0,6% registrado en el segundo trimestre. Ya no estaríamos ante un crecimiento acelerado de la economía, como aún sostienen el presidente y el ministro de Economía, sino ante tasas más moderadas, por debajo del 2% anual.

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El riesgo principal es equivocarse en la previsión de ingresos. El margen de error es muy pequeño o cero, porque las finanzas públicas tienen que cumplir con objetivos de déficit y de deuda, cumplimiento que está en peligro desde el momento que se bajan los impuestos. El mensaje de que la recuperación económica proveerá la recaudación necesaria para ajustar el déficit es voluntarista y puede obligar a nuevos ajustes a mitad de ejercicio. Era más sencillo afinar en el recorte de los gastos —al fin y al cabo, dependen enteramente de las decisiones propias— y ser más conservador en los ingresos, que dependen de problemas ajenos.

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