"A los economistas nos va bien con la crisis"
Jose C. Díez debate cada decisión del Ejecutivo español. Cada lunes ICON charla con economistas sobre problemas del primer mundo
Durante los últimos años se ha acostumbrado a debatir sobre economía dentro y fuera de los platós. Desde los programas de televisión como El intermedio, donde es un invitado frecuente, la radio (Hoy por hoy, en la SER) o la prensa (EL PAÍS) hasta la calle, donde ya, confiesa, incluso los camareros en los hoteles o las azafatas de los aviones le discuten algunas ideas, o le piden que sea aún más duro en su crítica. José Carlos Díez (Palencia, 1971), que se incorpora este curso a la Universidad de Alcalá como profesor, confiesa que llegó a la economía “de rebote”. Que quiso estudiar Empresariales pero no le alcanzó la nota. Hoy, como independiente, y convertido, dice, “en un artesano de la economía”, que se hace sus propios gráficos y recurre más “al Excel que al Twitter” (aunque ahí tiene casi 70.000 seguidores, y no todos a favor), es una de las voces más críticas con la política económica del Gobierno.
Ha vendido 60.000 ejemplares de su libro Hay vida después de la crisis (Plaza & Janés). ¿A los economistas es a quienes mejor les va con la crisis?
Nos va bien a unos cuantos. Pero hay muchos que lo pasan muy mal. A mí me ha aumentado la demanda, pero porque los medios me llaman. Muchas veces, desde el mundo económico nos protegemos en la jerga y no se nos comprende. Los medios van buscando a aquellos a los que sí se les entiende. Pero eso no quiere decir que seamos los mejores, sino que somos mejores divulgadores que otros.
No es bueno que los economistas salgamos en 'prime time'. Somos los médicos de la sociedad. Cuando estás bien no vas al médico ni le haces caso, pero cuando viene la enfermedad, le escuchas. Que tengamos tanta presencia mediática no es un buen indicador
¿Es más rentable la crítica cuando se hace hoy análisis económico?
Uno de los riesgos es tender al amarillismo, sí. Yo intento hacer una integración crítica del sistema. Es decir, regenerar desde las instituciones. Entiendo que se hunda toda la valoración política, porque pasa en todas las depresiones. Pero tengo la sensación de que la gente piensa que erradicando a los políticos se va a arreglar la tasa de paro. Y no es así. No se puede solucionar ese problema sin políticos.
¿Está preparado para el día en que los medios dejen de recurrir a usted?
Totalmente. Es muy agradable que te llamen, y si va a ir alguien prefiero ser yo, pero lo deseable es que los economistas no salgamos en prime time. Nosotros somos los médicos de la sociedad. Cuando estás bien no vas al médico ni le haces caso, pero cuando viene la enfermedad, le escuchas. No es bueno que los economistas tengamos tanta presencia mediática. No es un buen indicador.
¿Le han llamado la atención desde el Gobierno o le han pedido que sea prudente con sus críticas?
No. Supongo que tendrán la sensación de que soy un irreductible. Pero siempre, como independiente, tanto con los gobiernos anteriores como con este, cuando me han llamado para pedirme una consulta he acudido.
¿Del Partido Popular también?
Sí. Ahora están enfadados conmigo, pero antes tenía buena relación. Si me vuelven a llamar, iré. Pero tienen que ser conscientes de que soy un economista independiente: diré lo que pienso.
La única que tiene ciertas habilidades de comunicación en el Gobierno es la vicepresidenta [Soraya Sáez de Santamaría]. Estuvo muy hábil apartándose de todos los marrones. Pero en los últimos meses se ha metido a vender “la recuperación de Nunca Jamás”, así que perderá credibilidad
¿De dónde viene ese enfrentamiento?
He sido muy crítico con la política de este Gobierno. Y dicen que con el anterior no lo fui tanto. Pero es verdad que antes trabajaba para una empresa [la sociedad de valores Intermoney] y debía tener más cuidado con lo que decía. Había cosas que no podía afirmar. Ahora digo lo que me da la gana y eso pone muy nerviosos a algunos. Pero lo bueno sería que hubiese muchas opiniones libres.
Cuanto más se aparece en los medios, más aumenta el riesgo de equivocarse. ¿Cómo controla ese peligro y el de la sobreexposición?
Tienes que protegerte de la sobreexposición como de los rayos UVA. Yo digo que no a medios de 15 a 20 veces a la semana, porque quieren que opines de todo y yo, claro, no sé de todo. Me ciño a la economía y pido que me protejan de la parte política, porque solo hablo de economía. Y donde no me protegen, no voy.
¿Cuál es el mejor mensaje que ha escuchado desde que comenzó la crisis, la mejor idea que se ha vendido aunque no se correspondiese con la realidad?
El Gobierno está logrando colocar el mensaje de la recuperación, pero los datos no lo confirman. Estamos estancados desde el pasado año. Se está creando empleo a tiempo parcial, que es engañoso. Y han conseguido hacer llegar ese relato. Igual que el de que las exportaciones van bien, cuando llevan cayendo desde el pasado verano. El problema de la comunicación es que tiene que haber un producto detrás. Y aquí no lo hay.
¿Quién es, para usted, el mejor comunicador de este Gobierno, del que se ha criticado tanto su política de comunicación?
La única que tiene ciertas habilidades es la vicepresidenta [Soraya Sáenz de Santamaría]. Estuvo muy hábil apartándose de todos los marrones. Pero en los últimos meses se ha metido a vender “la recuperación de Nunca Jamás”, así que perderá credibilidad. Aunque es verdad que si ha sido capaz de mantenerse en el Gobierno peor valorado de la historia como portavoz y ser la mejor considerada es porque algo debe tener.
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