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"En España solo funcionan las películas de género o las comedias; no hay riesgo"

Tras ganarse el corazón de toda una generación con sus ojitos tristes, Quim Gutiérrez busca ahora ser un fotógrafo con mirada propia

Quim lleva chubasquero Pull & Bear y camisa y pantalón de Dior Homme
Quim lleva chubasquero Pull & Bear y camisa y pantalón de Dior HommePablo Estévez & Javier Belloso

Hasta hoy, al actor Quim Gutiérrez le han pedido mucho y él ha sabido responder. Le han guionizado para que cambiase su sistema de afecciones y así pasar de un hieratismo glacial en AzulOscuroCasiNegro al esponjamiento más enternecedor en Primos. Hasta ahí todo bien, pero es que a Quim Gutiérrez parece gustarle dar incluso lo que nadie le ha pedido. Quizá porque el de Barcelona es un actor inusual, un tipo con sueños, que compra muchas revistas de moda, tuitea incansablemente (tiene más de 86.000 seguidores) y presta atención a la ropa que se pone. Esta temporada es imagen de Pull & Bear –cuya nueva colección viste en buena parte de este reportaje–, pero para el catalán la moda es algo demasiado serio como para reducirlo a dejarse fotografiar con una u otra prenda. Quim, quimyo para la sociabilidad digital, es un tipo poliédrico que se resiste a ser el actor ortodoxo que busca almas en su alacena interior. Quiere cambiar, quiere experimentar, como si fuese uno de esos hombres nuevos del Renacimiento que saltaban de pasión en pasión y, con prudencia, se deja llevar por su yo estético (al que alimenta vivamente de revista y polvo cósmico de pasarela y canapé) y agarra su cámara de fotos. Y sencillamente dispara, con la humildad del recién llegado a un arte nuevo y el tacón en rejoneo de quien se sabe tocado de un talento. Él mismo entrevistaba y fotografiaba a la actriz Clara Lago para la edición del mes de junio de ICON. “Ser fotógrafo es mirar como uno mismo pero de otra manera, porque elaboras tu mirada”, asegura, además de declararse un ferviente defensor del naturalismo. “Hemos estilizado tanto el lenguaje fotográfico con lo digital que hay una parte de la realidad que nos la perdemos”, sentencia.

La camisa y el pantalón son de Pull & Bear y los zapatos son de Gucci
La camisa y el pantalón son de Pull & Bear y los zapatos son de GucciPablo Estévez & Javier Belloso

Su último estreno fue la película francesa Los ojos amarillos de los cocodrilos, donde interpreta en francés a un personaje enigmático. “Buscaban lo que ellos llaman francés latino, que no tiene que ver con la salsa y las camisas de flores. Hice un casting y me cogieron. Sabía algo de francés, pero me puse las pilas a saco otra vez porque estaba un poco oxidado”, asegura. Sincrónicamente, acaba de rodar en Australia Emu plains (el título es provisional) bajo las órdenes de Jim Loach, el hijo de Ken Loach, con un reparto en el que figuran además Paz Vega, Antonio de la Torre y Carmen Maura. Según la naturaleza española, el titular que llena todas las bocas es que Quim Gutiérrez está dando aquí y ahora su gran salto internacional, cosa que el actor ve de manera muy distinta a nivel doméstico: “Todo esto va muy lento. Llevo mucho tiempo trabajando, he rodado a ritmos salvajes y estoy acostumbrado a trabajar rápido, porque me ha permitido acumular experiencias y metabolizar de una manera más madura experiencias similares que ocurren más tarde. Tengo la sensación de que estrenas y acabas de rodar en un periodo de tiempo, pero desde dentro los tiempos son muy dilatados”. Sin embargo, reconoce que rodar en el extranjero no es la panacea para encontrar personajes nuevos y salir de la línea de confort de su arco dramático, buscando nuevos retos. “No es una cuestión de fronteras, es una cuestión de oferta. En la película de Jim [Loach] he echado de menos hacer drama, pero esto son modas y depende de las circunstancias de cada uno. El encasillamiento existe, aunque sea reversible”, dice, dejando escapar tropezones de desencanto en un hablar que es todo luz, educación y sonrisa.

“Lo que me divierte es meterme en jardines de personajes complejos, ahondar en emociones, con ciertos grados de composición y tal vez por la coyuntura vital nacional, pues se buscan cosas menos arriesgadas en general”. La declaración da pie al actor a formular una queja: en España lo que funciona son “las películas de género o las comedias”. De cualquier modo, admite sentirse cómodo en ese terreno, pero cree que, cuando se tiene “el privilegio de trabajar”, un actor debería exigirse “más allá de lo que le sale bien”.

¿Está diciendo que no consigue encarnar esos personajes que le hubiera gustado?

Me gustaría cambiar de registro. He hecho un montón de comedia y en realidad me siento un actor más dramático.

¿Eso que sufre es la soledad del actor de fondo?

Odio una cierta idea de funcionariado. Soy incapaz de hacer esto sin pasión y me da muchísimos quebraderos de cabeza, lo cual me crea algunos conflictos con algunos directores, no muchos porque soy muy educado, y si acepto un proyecto sé dónde me meto, pero intento negociar al máximo para intentar ponerme cuantos más retos mejor.

Camisa de Pull & Bear y pantalón de Givenchy. El reloj Rolex es suyo. Maquillaje: Marina Alejandre para Chanel
Camisa de Pull & Bear y pantalón de Givenchy. El reloj Rolex es suyo. Maquillaje: Marina Alejandre para ChanelPablo Estévez & Javier Belloso

Recién cumplidos los 33 años, el intérprete más deseado del último cine español se plantea cada día esta cosa de ser actor. Dice que a veces su trabajo no le satisface como debería y ha encontrado un equilibrio que cree sano entre los rodajes y el resto de cosas con las que llena su vida, como la fotografía o las campañas de moda que protagoniza. “No entiendo la interpretación como una pareja para toda la vida, con la que te casas y es para siempre porque todo es maravilloso… A mí, la interpretación me da cosas maravillosas, pero no dejo de plantearme si compensa o no”. Así, busca la manera de seguir fascinándose cada día. Tal vez por eso mismo, en vez de que sea el espectador quien le observe constantemente, es el actor el que se pone a contemplar la realidad al otro lado de la cámara fotográfica. Sabe que continuamente tiene que “atender las alarmas” para aniquilar al divo que quiere salir de su interior: “El divismo es un anquilosamiento del ego. Esta es una carrera basada en el ego, con una tremenda exposición, y en someterte a una comparación constante contigo mismo, con los trabajos que has hecho, con los demás… Hay que ser muy autocrítico”. Por ello, trata de tomarse poco en serio y experimentar con artes en las que todavía zozobra hasta dudar de todo: “Cuando empiezo a organizar sesiones de fotos me pongo nervioso. Son momentos maravillosos y estimulantes porque me retrotraen a los inicios en la interpretación. Actuando ahora no me pongo nervioso, tengo tablas, por eso la necesidad de proyectos que signifiquen retos. Lugares donde poder cagarla y cometer errores”. Es casi admirable cerrar la conversación con este actor-institución con este tono de humildad, sabiendo que una parte de la audiencia se lo quiere zampar: “Por eso me planteo hasta qué punto es bueno exponer tanto los verdaderos deseos de uno. A lo mejor estaría mejor calladito, o diciendo lo feliz que soy y lo bien que va todo. ¿Hasta qué punto es mejor tener un discurso convencional y agradecido con todo?”. Palabra de actor-institución y fotógrafo en florecimiento.

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