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QUÉ MUEVE A... SILVIO VOLKMANN

Bombero también en las vacaciones

Este profesional dedica parte de sus vacaciones a misiones de ayuda. Durante dos semanas ha trabajado en las inundaciones de Serbia

Pablo Linde
Obrenovac (Serbia) -
Silvio Volkmann (a la derecha) sostiene unos vasos para mostrar el agua que su equipo ha purificado en Obrenovac.
Silvio Volkmann (a la derecha) sostiene unos vasos para mostrar el agua que su equipo ha purificado en Obrenovac.P. L.

Silvio Volkmann estaba contento el pasado viernes: iba a beber su primera cerveza tras dos semanas. Las ha pasado en Obrenovac, una ciudad serbia a unos 30 kilómetros de Belgrado que el pasado 16 de mayo quedó totalmente anegada por las mayores inundaciones que ha sufrido el país en más de un siglo. Volkmann es bombero profesional en Alemania, pero en Serbia no está trabajando; no al menos de forma remunerada. Es su forma de invertir parte de sus vacaciones desde hace más de 20 años, en los que ha participado en 18 misiones de ayuda por todo el planeta, desde Filipinas a Haití, pasando por Chad o Sudán.

La cerveza iba  a servir para celebrar su último día en Obrenovac, donde ha liderado un equipo de bomberos voluntarios alemanes de la Agencia Federal Alemana de Auxilio, encargado de purificar agua para una ciudad que ha quedado desierta, sin luz ni agua potable. Más de 20.000 personas resultaron afectadas por líquido contaminado, y unas 10.000, según cálculos provisionales del Gobierno, tuvieron que ser desplazadas de sus hogares. El país está haciendo cuentas para evaluar los daños que la inundación supondrá, que puede rondar los 2.000 millones de euros, según fuentes de la delegación de la Comisión Europea en la República de Serbia, que trabaja en el país para estudiar su integración en la UE y que sufragó un viaje para que periodistas europeos conociesen su realidad.

Cuando se le pregunta a Volkmann por qué dedica su tiempo libre a seguir trabajando, pone cara de extrañeza. Permanece unos segundos en silencio y responde: “No lo sé”. Reflexiona un rato más y continúa: “Esta gente, como toda la que he atendido en mi vida, necesita ayuda. Me gusta proporcionársela, trabajar en equipo con otras personas que tienen esta misma vocación. Estamos hechos de la misma pasta, nos olemos en seguida”, bromea.

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La ciudad está sembrada de vehículos militares y tiendas de campaña donde voluntarios y empleados trabajan en todo tipo de tareas para intentar devolver la normalidad a la zona. Las que ha montado su equipo está muy cerca del río Sava, que se desbordó causando la tragedia y de donde sacan agua para descontaminarla. Un grupo de bomberos y científicos montan un sistema que extrae el agua, la traslada a enormes depósitos y la mezcla con químicos que la hacen salubre tras un proceso de depurado. El líquido marrón que fluye por el cauce se convierte en uno cristalino, con un ligero sabor a cloro, “por precaución”, según explica Volkmann.

Las riadas en Obrenovac, la ciudad más afectada del país, crecieron en cuestión de minutos entre la noche del 15 al 16 de mayo, sin que a muchos de sus vecinos les diese tiempo a reaccionar antes de verse con el agua por las rodillas, en el mejor de los casos. La corriente era tan fuerte que embarcaciones de rescate con motores de 18 caballos no podían superarla y tuvieron que ser a su vez socorridas por otras mayores. Decenas de personas se refugiaron en el capó de sus coches para evitar ser arrastradas por el torrente. 13 víctimas no lo consiguieron y perdieron la vida en la riada; al menos una treintena ha fallecido por causas derivadas de las inundaciones. Un caso que cuentan Volkmann y los empleados que trabajan en la reconstrucción de la ciudad es el de un hombre que, precisamente encima de su vehículo, estuvo aguantando durante varios minutos aferrado a una cuerda sin que nadie fuese capaz de socorrerle y que finalmente fue vencido por el torrente.

El fuerte sol que estos días cubre la ciudad no es suficiente para evaporar la gran cantidad de agua que se ha almacenado en algunas zonas. A escasos kilómetros del lugar donde trabajan Volkmann y sus compañeros, un enorme lago se ha formado anegando la principal mina de carbón del país, lo que deja inutilizada el 40% de la fuente de energía serbia. Lo que hoy es un problema relativamente solventable, dentro de unos meses, con la llegada del invierno, puede suponer una nueva tragedia para el país, que tiene a su disposición la ayuda de la protección civil europea para intentar paliar los daños. Unas enormes infraestructuras metálicas drenan agua de este lago que se ha formado, pero no está claro si conseguirán hacerlo en tiempo y forma para volver a recuperar esta fuente de energía. En los trabajos están implicados más de 2.000 profesionales provenientes de distintos países miembros, como Volkmann. Él ya ha regresado a Alemania a seguir trabajando. Todavía no sabe dónde pasará parte de las vacaciones del año que viene, pero es muy probable que siga ayudando, allá donde le necesiten.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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