Evitar la frustración
El BCE tiene que actuar hoy con contundencia para afianzar la débil recuperación europea
El Banco Central Europeo (BCE) debe tomar hoy una decisión de suma importancia para el futuro inmediato de la economía del euro. Se enfrenta en primer lugar a hechos económicos cuantificables, como la baja tasa de inflación en la eurozona, que se está convirtiendo en una rémora para la recuperación en el área económica; a una tasa de crecimiento muy débil en toda Europa; a elevadas tasas de desempleo, en especial entre los jóvenes, y a un crédito estancado o regresivo, causa de la asfixia de muchas empresas viables. Además, tiene que hacer frente a las grandes expectativas que tienen los mercados de que esta vez sí, de que el consejo de hoy adoptará medidas drásticas o no convencionales para combatir todos las secuelas de la crisis que lastran el crecimiento al menos con el mismo grado de contundencia que lo han hecho los responsables monetarios de la libra, el dólar y el yen.
Lo que los mercados dan por descontado del BCE es que baje el tipo de intervención, quizá hasta el 0,10%; que ponga en negativo el tipo de depósito, para disuadir a las entidades financieras de que guarden el dinero que deben distribuir como crédito; y que prolongue las subastas hasta junio de 2015. Este conjunto de decisiones tiene, por diversas razones, efectos beneficiosos, pero limitados. Lo que suscita una expectativa intensa entre los inversores y daría la medida de un cambio real en la política monetaria es si tomará alguna decisión para impulsar directa y rotundamente el crédito, igual o similar a las facilidades monetarias aplicadas por Estados Unidos (quantitative easing); o si, por el contrario, se limitará a transmitir a los mercados la promesa verbal de que actuará cuando la ocasión lo requiera. Esta última hipótesis es la que provocaría una mayor frustración; los inversores ya han superado la fase de la tutela monetaria (forward guidance) y están alarmados por la dramática falta de crédito.
Editoriales anteriores
El BCE dispone de varias opciones para reanimar el crédito. Ninguna es segura, pero son preferibles a no hacer nada. Una de ellas es precisamente aplicar modalidades de compra de deuda privada para oxigenar la financiación de las empresas. Esa sería una de las medidas no convencionales que el mercado espera conocer hoy. Pero los estrategas del BCE puede que tengan otra opinión y consideren que la institución tiene que guardar balas en la recámara por si la situación económica empeora durante los próximos meses.
El acicate para el BCE es que el momento de actuar es ahora, cuando los precios de la eurozona han dado otra señal depresiva, cuando algunos países han dejado atrás la recesión e intentan consolidar la recuperación de sus economías. Ésta es la hora en la que las decisiones monetarias no convencionales tendrán un efecto más intenso sobre la economía real. La tarea del banco hoy consiste en evitar la decepción de los inversores y de los ciudadanos. Si se limita a bajar los tipos de intervención y depósito sin actuar directamente sobre el crédito, la frustración está asegurada.
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