Decisión inmediata
El débil crecimiento europeo y la baja inflación exigen del BCE una respuesta monetaria en junio
El Banco Central Europeo (BCE) se está quedando sin argumentos para retrasar la aplicación de medidas monetarias contundentes que ayuden a corregir la debilidad persistente del crecimiento en la zona euro agravada por una baja tasa de inflación que tiene efectos nocivos sobre las constantes económicas europeas. El panorama que dibuja Eurostat invita a —exige, incluso— la acción inmediata. El crecimiento global de la eurozona en el primer trimestre de este año fue de un modestísimo 0,2%, con la inquietud añadida de que sólo Alemania protagoniza un crecimiento sostenido (0,8%) mientras que Francia se ha parado (0%) e Italia y Holanda han entrado en fase contractiva. España presenta un crecimiento trimestral bueno (0,4%), pero está claro que la creación sustancial de empleo se va a retrasar.
Draghi es muy consciente de los riesgos de esta situación: sabe lo que hay que hacer y también conoce las limitaciones políticas que impone el Bundesbank. Por esa razón prepara, probablemente para junio, un esquema de acciones monetarias que actúen contra esa debilidad financiera que debilita el crecimiento europeo. Como era de esperar, hay decisiones más fáciles (bajar el tipo de intervención, quizá al 0,1% desde el 0,25% actual o situar el tipo de depósito en el banco al -0,25% para que los bancos no puedan esconder allí el dinero que debe circular en la economía real) y otras más difíciles (las que impliquen una compra de activos).
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Hay otro problema añadido: las medidas esperadas, como bajar el tipo de intervención o el de depósito, no bastan ya para transmitir un mensaje contundente en contra de los efectos de la baja inflación y el débil crecimiento. El presidente del BCE es consciente de que también son necesarias las medidas políticamente difíciles, es decir, las que implican expansión monetaria y compra de activos.
Draghi se enfrenta primero al problema político de decidir si resiste las presiones ortodoxas y hace caso omiso a las diferencias internas en su consejo o, por el contrario, opta por un tratamiento conservador y se limita a intervenir en los tipos. En segundo lugar, si acepta el desafío del Bundesbank, tiene que decidir si recurre rápidamente a la compra de activos o bien se acoge a un anuncio previo de compra que tendrá efecto preventivo en los mercados (lo más probable). En cualquier caso, junio será la hora de la verdad; cualquier demora será interpretada como debilidad.
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