La atrofia
Rajoy y Mas deberían dar ejemplo, darse la mano, cruzar juntos por un paso de cebra
En el día de Sant Jordi, el libro más vendido fue la versión catalana de La analfabeta que era un genio de los números,de Jonas Jonasson. Es la historia de una muchacha de origen sudafricano, que de niña se gana la vida como limpiadora de letrinas en Soweto. No ha ido a la escuela, pero su cabeza es un vivero donde germinan todas las simientes y encuentran solución, por pura necesidad, las ecuaciones de la vida. La imaginación de Nombeko, así se llama, no es una vía de escape. No ignora la realidad maloliente y esa es la primera condición para poder remontarla. Cuando la imaginación fermenta con humor las palabras tienden a encarnar aquello que desean y hacen del partido de la risa un poder formidable. Hay muchos asesores con carrera alrededor de Rajoy y Artur Mas. Pero todos, expertos y jefes, se mueven esta temporada con la rigidez lumbar y la inquietud óptica de las pesadas aves que no han resuelto el enigma de no poder elevarse sobre el suelo: tienen las alas atrofiadas por no volar o no vuelan por tener las alas atrofiadas. Los séquitos se arrastran con la pena del avestruz. Se cruzan, pero no se ven. Los que los acompañan, tampoco. Van y vienen como nubes de murciélagos atolondrados por la luz. Es increíble en gente tan preparada que nadie sea consciente de este grave problema oftalmológico. El problema, por lo visto, no está en la reforma constitucional, ni en la consulta, ni en el federalismo, ni en los separatistas ni en los separadores. Este es un problema de educación viaria. Ellos deberían dar ejemplo, darse la mano, cruzar juntos por un paso de cebra. Pero ahí los tienen, a unos metros, sin mirarse. Sin ni siquiera olerse. Podrían, por lo menos, hablar de letrinas, del saneamiento. Tal vez emiten olores históricos que se repelen. Tenemos que echarles una mano, nosotros, los analfabetos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.