Putin... tiembla
Si comparamos el mapa de Europa de 1910, 1920, 1946, 2013 se observa que, como consecuencia de diferentes procesos bélicos, sociales, culturales, religiosos o históricos, han sido numerosos los casos de “nacimientos” de nuevos Estados independientes. A principios del siglo XX, Europa se componía de 24 países. A día de hoy, la cifra es de 50, 14 de los cuales han “nacido” en los últimos 30 años, todos ellos, por cierto, reconocidos por Naciones Unidas. Frecuentemente estos procesos independentistas han sido traumáticos para sus ciudadanos, provocando en sus sociedades problemas de tipo económico, financiero, logístico, etcétera. Otro dato: de los 28 comisarios actuales de la Comisión Europea, siete son ciudadanos de países que no existían en los orígenes de la Unión Europea, allá por los años cincuenta del siglo pasado. Basándose en estos antecedentes no parece muy equivocado pensar que todos los procesos soberanistas o independentistas, sea por los motivos que sea y a pesar de la ilegalidad e irracionalidad de los mismos, son imparables. Es cuestión de tiempo. Las declaraciones de ilegalidad, las amenazas de bloqueos económicos y expulsiones de las instituciones... al final, nada. Lo que mueve al mundo, y por tanto a Europa, son los intereses comerciales, financieros y geoestratégicos. Europa se acomodará a una Ucrania con Crimea o sin Crimea, y una España con Cataluña o sin Cataluña. Un año, quizá dos y, luego, poco a poco, sin estridencias... a comprar y vender. Así es la vida, así es la historia.— Pedro Díaz Gómez.
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