Putin empieza a pagar
La anexión ilegal de Crimea desencadena sanciones que erosionan la economía rusa
Con apenas unas horas de diferencia, el presidente Vladímir Putin selló ayer la incorporación de Crimea a Rusia, mientras la Unión Europea firmaba un acuerdo de asociación política con Ucrania. Moscú y Bruselas cerraban así el primer capítulo de la peor crisis que han vivido las relaciones euro-atlánticas desde el final de la guerra fría. El balance, de momento, es que Rusia se ha salido con la suya violentando normas internacionales y acuerdos bilaterales, mientras Ucrania se lame las heridas arropada por una Europa y unos Estados Unidos tan irritados como impotentes. Las pretensiones de construir un nuevo orden mundial, basado en el consenso, saltan en pedazos y se impone la real politik. Como lo describía gráficamente el ministro de Exteriores de Lituania, unos estaban jugando fútbol, con sus reglas, y resultó que el otro equipo estaba jugando una mezcla de rugby y lucha libre.
Moscú ha encontrado el camino expedito, consciente de la fragilidad de Ucrania, del desapego de Barack Obama por el cuerpo a cuerpo y la debilidad y las divisiones en el seno de la UE. Pero la victoria de Putin puede resultar al final costosa para su país.
Rusia se ha apoderado de Crimea, pero ha perdido definitivamente a Ucrania y cualquier posibilidad de incluirla en la Unión Euroasiática, que era su pretensión inicial. Por otro lado, no hay que menospreciar las consecuencias de las sanciones y el aislamiento internacional en una economía en declive como la rusa. Washington y Bruselas han ampliado la lista negra de personas a quienes se congela bienes y se retira los visados, para incluir al círculo más cercano a Putin, entre ellos varios de los hombres más ricos del país. En previsión de que el presidente ruso decida extender su ofensiva hacia otros territorios en el este de Ucrania, preparan además otras medidas que afectarían a sectores cruciales de la economía rusa, entre ellos la minería, la defensa y los recursos naturales. Por lo pronto, la Bolsa de Moscú sufrió ayer fuertes pérdidas y el rublo caía cerca de sus mínimos históricos. Dos agencias de calificación, Fitch y Standard & Poor’s, rebajaron de estable a negativo el pronóstico de la deuda rusa, debido a los riesgos derivados de las sanciones. La fuga de capitales en el primer trimestre del año ha sido notoria.
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Esta situación lamentable puede derivar, sin embargo, en dos desenlaces positivos. Por un lado, el acuerdo de la UE con Ucrania, que se consolidará después de las elecciones previstas para el 25 de mayo, debería servir para impulsar una verdadera reforma política en esa república y para desterrar a toda la cleptocracia que, protegida por Moscú, ha lastrado su desarrollo.
Por otro, la crisis ha obligado a los Veintiocho a impulsar una política energética común para reducir su dependencia de Rusia, que suministra un tercio del gas que consume Europa. La Comisión deberá presentar en junio un plan al respecto, que incluirá el aumento de las interconexiones con la península Ibérica y el Mediterráneo.
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